jueves, 1 de octubre de 2009

Los muros de la patria

ORIGINAL: Revista Arcadia
Por Antonio Caballero

Como toda Colombia, Bogotá es una ciudad sin memoria. La capital. Comenta Alberto Lleras en su libro de recuerdos que lo más distintivo de Bogotá, la ciudad de su niñez y de su adolescencia, de su madurez, de su vejez, es que nada del pasado queda. Ni una esquina, ni un río. Ni siquiera el perfil de los cerros. Por aquí ha pasado la horda devastadora de los bárbaros. De todos los bárbaros. Los alcaldes urbanizadores, los ricos de engorde, los pobres de invasión, los incendiarios. De puro milagro subsisten un puñado de iglesias, porque Dios es más grande que los curas, unas cuantas casonas de la Colonia o la República conservadas gracias al empobrecimiento de sus dueños, un vasto Capitolio de piedra que duró en construcción casi tantos siglos como una catedral gótica, que ahora que somos ricos se está desmoronando. Y subsiste también, asombrosamente, en la mitad de la especulación inmobiliaria, el Cementerio Central. Viene de la mitad del siglo xix, de cuando la aldea de Santa Fe empezaba a desperezarse en la ciudad de Bogotá, antes de convertirse en la actual megalópolis de camionetas blindadas y limosneros en los semáforos.

Le han sacado tajadas: un alcalde modernizante le abrió un parque peatonal con ciclovías y esculturas de Botero, otro alcalde moralizante le atravesó la frente con un letrero de ceniza, absurdo en un lugar de enterrar muertos: “La Vida es Sagrada”. Pero ahí sigue. Un libro publicado por la propia alcaldía lo dibuja y lo describe: Cementerio Nuevo, Casa del Celador del Cementerio Protestante, Cementerio de Pobres, Tumbas de las Familias Tal y Cual, Sepulturas de las Hermanas de la Caridad, Tumba del Señor Matajudíos, Cementerio Británico, Cementerio Hebreo, Área del Cementerio de Paupérrimos. La Elipse, con sus mausoleos de ricos. Y al otro lado de una calle que lo parte en dos, y que ahora está flanqueada de floristas que dejan el asfalto todo regado de pétalos de lirios y de rosas, y de marmolerías que ofrecen lápidas funerarias de segunda mano, la otra mitad: el trapecio estrecho de los columbarios. Al fondo, prados verdes. Y cercados por una verja de hierro negro encastrada en machotes de piedra, las largas casas —pues parecen habitables— de los palomares de los muertos. Es la parte más bella, al ser la menos pretenciosa, del Cementerio Central. Seis largos edificios sobrios de teja y calicanto, sostenido por largas hileras de columnas encaladas, sin adornos, en cuyos frontones a la griega —arriba, un óculo— se apretujan los más estrechos nichos de los cadáveres de niños. Los muros de ladrillo y adobe los perforan, a la vez que los sostienen, millares de celdas funerarias, vacías de restos y de huesos desde hace cinco años. ¿Por qué? No lo sé. Tampoco sé por qué son, exactamente, 8.957, pero me dieron ese curioso dato.

Foto: BBC

Los agujeros tapiados son cuadros, rectangulares, a veces levemente apainelados, irregulares, al capricho, supongo, del albañil sepulturero. No están en ruinas, pero sí a punto de volverse ruinas. Bellas ruinas naturales de vejez, distintas de las ficticias ruinas de falsos templos de columnas corintias que adornan algunas de las tumbas del vecino cementerio elipsoidal. Como era de esperarse, las autoridades municipales responsables del Cementerio Central querían acabar con los hermosos columbarios: querían hacer ahí un patinódromo y una ludoteca. Alcanzaron a tumbar dos, después de abandonar un proyecto de recuperación estética del difunto arquitecto Rogelio Salmona. Para salvar los restantes y conservar la memoria perdida de esta ciudad sin recuerdos, la pintora Beatriz González y la instaladora Doris Salcedo interpusieron lo que podría llamarse una “acción de tutela artística”. Y lograron que —por lo menos hasta el año 2011, para cuando está prevista una restauración general del cementerio— se conserven los viejos edificios con sus nichos funerarios intactos, aunque vacíos. Tapados por una lápida —por 8.957 lápidas— en la que se repite de manera obsesiva, en ocho modos, la escena diseñada por Beatriz González que muestra en negro sobre blanco una interminable procesión de cadáveres cargados, de cargueros de cadáveres. Ahí están, dice ella, las “auras anónimas” de todos los muertos que por ahí pasaron, haciendo del lugar lo que fue siempre: un sitio ceremonial de la memoria. Los columbarios del Cementerio Central no tienen flores. No tienen dolientes. Como dice la artista, han sido devueltos “a los gatos, a las palomas, a las culebras”. A los perros vagabundos y a los gentes abandonadas de la calle que andan por ahí. A sus dueños. Para quien pasa delante (la reja está cerrada) vienen a la memoria los versos del soneto de Quevedo: Miré los muros de la patria mía… (…) …Y no hallé cosa en qué poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte.

martes, 29 de septiembre de 2009

Tú tienes el reloj, yo tengo el tiempo. (Moussa Ag Assarid)


ORIGINAL: ProyectoRayuela

entrevista realizada por VÍCTOR-M. AMELA a
MOUSSA AG ASSARID (un tuareg),




No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...!

Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo

- ¡Qué turbante tan hermoso...!
- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.


- Es de un azul bellísimo...
- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...

- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.

- ¿Por qué?
- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.

- ¿Quiénes son los tuareg?
- Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.

- ¿Cuántos son?
- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.

- ¿A qué se dedican?
- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...

- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?
- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.


- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?
- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba...
Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!

- ¿Sí? No parece muy estimulante. ..
- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.

- Saber eso es valioso, sin duda...
- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!

- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?
- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso.
¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!

- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...

- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...
- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.

- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?
- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...

- ¿Tanto como eso?
- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó acontarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.

- ¿Qué pasó con su familia?
- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa...
Entendí: mi madre estaba ayudándome...

- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...

- Y lo logró.
- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.

- ¡Un tuareg en la universidad. ..!
- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.

- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?
- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!

- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...

- Fascinante, desde luego...
- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...

- Qué paz...
- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Programación MAMM

Septiembre 28 al 4 de octubre de 2009

Lunes 28 de septiembre
Pasaporte al Arte / 5 p.m. / Auditorio MAMM / Entrada libre
Conversatorio: Arte en Espacio Público. Artista invitado: Ana María Mejía.
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Martes 29 de septiembre
Unloquer (Hackerspace Medellín) / 5 p.m. / MAMM/ Entrada libre
Área de trabajo común para hacer y compartir cosas raras con la tecnología.
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Miércoles 30 de septiembre
Cine para Tardiar / 2 p.m. / Auditorio MAMM / Entrada libre
Película El Hotel de Dólares. Dir. Win Wenders. Duración: 122 minutos. EEUU.
Taller Representaciones / 2 - 4 p.m. / MAMM/ Entrada libre con previa inscripción.
Para personas con discapacidad visual.
Docentes: Ángel Galeano- escritor, Jhony Arboleda- músico y Sergio Tirado- artista plástico.
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Jueves 1 de octubre
Conversaciones en el MAMM. Ciclo de Conferencias "Genealogía de la locura". Serie III. Personajes. Conferencia Condesa Bathory- Hormigar Sangre y Miel: Perfecta Receta de Belleza. Invitado: Claudia Avendaño - Historiadora Universidad Nacional y Magíster en Filosofía U.P.B / 6:30 p.m. / Auditorio MAMM / Entrada libre
Apoya U.P.B
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Viernes 2 de octubre
Toque Sr. Grisales - Buenos Aires No es Sólo Tango / 6 p.m. - 12 a.m / Tienda del MAMM / Entrada libre / Influenza Charly García, la vanguardía es así / La Bestia Pop, el rock porteño en retrospectiva / Rosario Siempre Estuvo Cerca, la provincia llega a B. Aires / Mágico Corazón Radiofónico, el resurgimiento del rock indie.
¡Disfruta especial de comida rápida argentina en el restaurante!
Cine Andariego de Otraparte en la Piloto. / 7 p.m. / Plazoleta Cultural B.P.P / Entrada libre Película Los Puentes de Madison. Dir. Clint Eastwood. 1995. Dur. 135 minutos. Estados Unidos.
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Sábado 3 de octubre
Taller "Creativos MAMM"- Eco Arte, Experiencias Sensibles / 11 a.m. - 2 p.m. / MAMM Entrada libre con previa inscripción / Estimula tu sentido ecológico desde las diferentes lecturas y lenguajes que permitirán la interacción entre el ambiente, el reciclaje y el arte.
Docentes: Julián Urrego - Artista plástico y María Antonia Pérez - Diseñadora gráfica.
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Toda la semana - Exposiciones
Académica 09 / Sala 1er piso y Sala Débora Arango 4to piso / MAMM / Entada libre.
Manipulación: Cuerpo en distorsión
2009
Paula Úsuga
Instalación con 14 maniquíes
Exposición permanente Esculturas Hernando Tejada /Sala experimental, 4to piso / MAMM
Entrada libre
Carrera 64B No. 51 - 64 Sede Carlos E. Restrepo
Conmutador (574) 2302622 - Fax (574) 2302723 - info@elmamm.org

No Global Tour

ORIGINAL: [esfera pública]

NO Global Tour. Santiago Sierra en Berlín. PSJM review. from PSJM on Vimeo.

El martes 22 de septiembre Santiago Sierra presentó su proyecto NO en Berlín. Un gran NO corpóreo que viajará, transportado en un camión, por diferentes ciudades del mundo. La pieza, que partió de Lucca, ha recorrido ya el norte industrial de Italia y las ciudades del este alemán antes de llegar a su primera escala: Berlín, donde la palabra tridimensional fue colocada en la azotea del Werkstatt Dokoupil, frente a las vías del tren urbano berlinés.

Presentado por la prometeogallery de Ida Pisani, coordinado por Cristian Dominguez y la galería Ulf Saupe de Berlín, y con el apoyo de la Embajada española en Alemania, la acción del día 22 supuso una buena metáfora de lo que sería dar un grito lo más alto posible, ayudada por la bella coreografía funcional que representó la gran grúa encargada de elevar la pieza. El proyecto se desplegará en diferentes medios como múltiples a pequeña escala, brazaletes, fotografías o una road movie que recogerá todo el proceso del NO Tour Global. La cosa promete.

Para Sierra esta pieza supone su obra magna, un grito antagonista del sistema. “Las personas que están luchando activamente contra el sistema necesitan imágenes y los artistas se las debemos proporcionar. Este NO está hecho para todos los que ya están hartos de la injusticia, la dominación, la censura y la opresión.” NO, sin precisar, NO al mamoneo de un sistema que toma a sus ciudadanos como borregos y que se encarga de reproducir mentes acríticas por medio de una educación a todas luces dirigida.

Nosotros, como Santiago, también decimos NO. NO y NO. Quizá algún día podamos decir SI. Lo único que nos queda es perseguir utopías.

Publicado por PJSM en Contraindicaciones

domingo, 27 de septiembre de 2009

La seducción de una subasta

ORIGINAL: El Espectador
Por: Angélica Gallón Salazar

Ana Sokoloff seleccionó con su agudo ojo y su criterio de experta las piezas que se rematarán en la velada Conexión Colombia 2009.

Ana Sokoloff. Foto: Diana Sánchez
Ana Sokoloff fue la encargada de seleccionar las obras que harán parte de la subasta Conexión Colombia.

Las dos más grandes casas de subastas del mundo, Christie’s y Sotheby’s, registraron con ánimo y sorpresa, el año pasado, una venta por encima de los 45 millones de dólares semestrales sólo en arte latinoamericano. Después de 20 años de presencia de obras y artistas de estas latitudes en las subastas que direccionan el mercado del arte mundial, la cifra da cuenta de un gran logro: las creaciones de latinos empiezan a estar, más que nunca, entre los gustos de coleccionistas y galerías de todo el mundo.

En esa inmensa marea de colores y lienzos, de millones de dólares y martillos que venden obras por precios récords como el alcanzado por El Trovador, de Rufino Tamayo (México), vendido por 7,2 millones de dólares, hay una mujercita liviana, una colombiana que, de estudiante de historia del arte en Nueva York, de recepcionista y preparadora de café —poco hábil— en las galerías, pasó a convertirse en una de las mayores expertas del arte latinoamericano y en una de las encargadas de colar lo mejor de las obras de Argentina, Perú, Brasil y Colombia en los gustos más refinados: Ana Sokoloff .

Su vida ha transcurrido desde hace dos décadas prioritariamente en la Gran Manzana, aunque durante meses vive más entre aviones y aeropuertos de tanto ir a Basilea, a Venecia, a Berlín, Miami y Buenos Aires en busca de nuevos talentos y cotizadas piezas en sus ferias de arte.

Por estos días, en su agite itinerario se ha colado Bogotá y Ana Sokoloff ha llegado a su tierra de siempre, la que no se le sale del corazón, para asesorar y seleccionar las obras del catálogo de la ‘Subasta Conexión Colombia: el arte por una causa’, que celebra su segunda versión este miércoles 30 de septiembre.

“Queríamos que el catálogo de 65 piezas de esta subasta fuera representativo de las artes en Colombia, pero que a la vez, tuviera obras de artistas que ya han muerto, de los consagrados, los emergentes —o de carrera media— y los muy jóvenes, y todo eso lo tenemos”, comenta la experta sin ocultar la emoción particular que le genera este proyecto en el que ha incluido
las instalaciones de
  • Nicolás París,
las obras de
  • Beatriz González,
  • Carlos Rojas,
  • Bernardo Salcedo,
  • Alberto Baraya,
los dibujos de
  • Mateo López,
entre otras obras remarcables del arte colombiano.

“Esta subasta tiene el potencial de convertirse en un referente del mercado del arte latinoamericano, porque aunque la mayoría de países de la región tienen sus propias subastas, esta es de las pocas con una intención más global, primero en agrupar artistas de toda Latinoamérica y, segundo, en enviar catálogos a compradores de todo el mundo”, añade Sokoloff, quien está convencida de que el arte es un lugar privilegiado para invertir y que es una alternativa para poner el dinero incluso y sobre todo en tiempos de crisis.

Fue justamente el afán de lograr un catálogo que se convirtiera en radiografía de las artes del continente, la razón por la que entre la selección de obras de Conexión Colombia se incluyen también piezas del venezolano Carlos Cruz-Díez, que con su obra cinética ofrece una de las piezas más costosas de la colección ($165 millones); también obras del cubano Julio Larraz y del polémico argentino León Ferrari. “Hell, from the series ideas for hell es una de las obras que quisiera resaltar, por su vanguardismo, asegura Sokoloff. Y es que a pesar de que León Ferrari nació en 1920, hace unos años se hizo una retrospectiva suya en Buenos Aires y levantó polvo y fue gravemente censurada, logrando que sus obras de 2008 fueran casi tan apetecidas y únicas como las de los setenta”.

Para construir este catálogo, Ana tuvo que indagar en la historia de cada obra, analizar en la singularidad de las piezas quién es el artista que la ha creado, cuál es la temática, la técnica, el año de creación, el color, el estado de conservación y cuál ha sido su procedencia desde que salió del estudio del artista —si pasó por galerías o por las manos de importantes coleccionistas—, para poder asignar así un precio estimado.

Aunque el valor del arte es en su gran mayoría subjetivo y se ve influenciado por valores materiales y circunstanciales, esta es una tarea en la que Ana se ha entrenado por años trabajando con Christie’s , en donde además de catalogar miles de obras, evalúa y avalúa piezas latinoamericanas que ella considera serían apetecibles en su mercado.

Para Conexión Colombia, escogimos a artistas que tienen mucho éxito a nivel internacional, como
  • Fernando Arias, que es uno de los colombianos mejor coleccionados en el exterior, y que junto a
  • Rósenberg Sandoval,
  • Nadín Ospina,
  • Doris Salcedo,
  • Juan Manuel Echavarría y
  • Óscar Muñoz,
están en la colección Daros”, explica Sokoloff, quien también resalta la importancia que entre las 65 piezas elegidas tiene el arte cinético: “Contamos con las obras de
  • Carlos Cruz-Díez,
  • Antonio Asís,
  • Luis Tomasello,
  • Martha Boto,
que estuvieron trabajando al mismo tiempo que
  • Negret,
  • Feliza Bursztyn,
  • Fanny Sanín,
  • Carlos Rojas,
  • Ramírez Villamizar
y que estaban buscando y trabajando en una época coetánea y tenían intereses compartidos”.

Cada una de las piezas del catálogo da cuenta de lo mejor y más cotizado del arte, pero también hablan de la exquisitez, rigor y conocimiento de Ana Sokoloff, quien gracias a una indecible memoria visual y años y años de amar el arte, se convierte en el mejor tamiz para que el arte latinoamericano y los negocios hablen el mismo idioma.