sábado, 28 de noviembre de 2009

Jan Fabre explora al límite

ORIGINAL: ElColombiano
por Natalia Estefanía Botero - Medellín
28 de noviembre de 2009

EL MULTIDISCIPLINARIO ARTISTA belga exhibe una selección de sus 30 años de trabajo, en la nueva sede del MAMM. Umbraculum estará abierta hasta enero de 2010.

Foto por Henry Agudelo
El artista belga Jan Fabre llega a Medellín con su exhibición Umbraculum . La obra El cerebro, modelos de silicona y dibujos hace parte de un tema reciente con nuevos materiales.


Cuando se le pregunta a Jean Fabre si es un artista o un científico, responde que combinar ambos mundos permite "saltar a lo desconocido". Así, lleva a su obra el infinito universo de los insectos y la experimentación sobre los límites del cuerpo.

Una selección de sus 30 años de trabajo, apoyada en la curaduría de Beatriz Bustos, se puede ver desde hoy en la nueva sede del Mamm, Ciudad del Río.

Con 51 años, y oriundo de Amberes (Flandes), Fabre es un artista multimedia y "conciliador", a la manera que lo define Edward O. Wilson, a quien no le gusta que le llamen híbrido, sino que utiliza múltiples recursos a conveniencia, como la instalación, la escultura o el dibujo.

"Soy un sirviente de la belleza", y para representarla elegirá el mejor material y medio, advierte.

Su pasión por la entomología que conserva desde los 16 años, le ha permitido seguirle el rastro a diversos fenómenos que estudia con verdadera pasión de científico.

Hizo un registro de 14 años con dibujos sobre las lágrimas. Allí descubrió que no son las mismas las que se derraman por éxtasis (más saladas), las de la emoción (menos salinas) y las que emanan cuando se pela cebolla (casi no contienen sal).

A esto se combinan estudios sobre la orina, el semen o la sangre. Su cuerpo es objeto de investigación. Es famosa su obra Je suis sang (Yo soy sangre), un fresco sobre el valor simbólico de la sangre, expuesto en el Festival de Avignon, en 2001. Fabre se pregunta por qué no se habla de la vulnerabilidad del cuerpo humano.


Por eso en su exposición que recoge 14 ambientes diversos, se pueden ver obras como El cerebro como refugio , que mezcla en una forma tridimensional, silicona, metal y madera.

Se confiesa un apasionado de la pintura flamenca, los primeros que se acercan a las dimensiones humanas; de Bosch (El Bosco) y Jan Van Eyck, a quienes refiere con frecuencia. Ellos celebran la vida y la muerte, que se refleja en su obra.

Exhibidos se pueden ver cráneos recubiertos de caparazones de escarabajos que sostienen entre los dientes aves y roedores disecados; o una representación llamada El carnaval de los perros callejeros muertos , un tributo a los animales domésticos.

Sorprende con ideas como el que "en una casa sana hay arañas"; para él, son seres fantásticos, que han pasado millones de años sin mutar. "Los animales son los mejores doctores y filósofos", agrega. A ellos les rinde un homenaje en su exhibición.

Con siete toneladas de obra que llegaron perfectamente embaladas a la ciudad, Fabre define la exhibición Umbraculum , que estará abierta hasta enero de 2010, como un espacio alejado, donde se puede pensar y trabajar; "es un reflejo del hombre del futuro".

Foto por Henry Agudelo
El polifacético artista belga exhibe una selección de 30 años de trabajo en la nueva sede del Mamm.

Por ahora está feliz de visitar Medellín (una ciudad que lo sorprende, más allá del estereotipo), y de estar en Suramérica, un continente del que le gusta su particular energía, en el que "todo está comenzando", en contraste con la perspectiva cínica que domina la actual Europa, añade.

Aquí palpita Fabre, el artista y el científico. Vino a mostrar una obra que cuestiona.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Salones Regionales de Artistas Exhiben la crisis socioeconómica y ética

TOMADO DE: [esferapublica]




Esteban Zapata, ‘Pablo en comercio’ (izq). Saúl Sánchez, ‘La grandeza del regente’ (der).

La retoma de las estaciones de ferrocarril de Sogamoso y Armenia para los Salones Regionales de Artistas de sus respectivas regiones -zona centro y zona centro occidente, respectivamente- no respondía solo a que las obras se veían bien en esos lugares. Caídas como están, estos escenarios de techos altos y paredes enmohecidas revelaban el estado del alma de las propias exposiciones. Y aunque fueron remozados, no dejaban de producir nostalgia esos espacios muertos y cargados de piezas de arte que señalan tantos problemas.

Un pueblo fantasma a manera de instalación y que semeja una invasión repentina de desplazados que modifica la morfología de una región (Santiago Escobar); un mural de bombas de jabón, pero cuyo líquido es sangre de mujeres violadas (Liliana Estrada); un video de la disección del cuerpo de un paramilitar (Álvaro Cardona); una estrategia para devolverles la plata perdida a las víctimas de las ‘pirámides’ (Víctor Muñoz); dos tomas de video del grito inaudible de una mujer que está a punto de subir al cadalso (Pablo Sigg); un letrero bordado que dice ‘esperando un milagro’ (Giovanni Vargas)… Así, siguen y siguen las obras de estas dos regiones.

Para Fernando Arias, cocurador de la muestra MicroMACRO que reunía los trabajos de artistas del Eje Cafetero, “todo empieza en la célula”. A partir de allí, de lo minúsculo, de lo íntimo, puede abrirse el universo, entenderse el entorno como un organismo vivo, enfermo, vigoroso o amenazado. Siguiendo este símil, Arias y Jonathan Colin expusieron trabajos que indagaban sobre lo que no necesariamente se quiere ver.

Esto se reflejó, por ejemplo, en una instalación realizada por la artista antioqueña Libia Posada, que infestó el cuarto de electricidad de la estación de hilos que se trepaban por las paredes hasta llegar al techo descascarado, invadiendo, como una enfermedad, los cables estirados por todo el piso. Pese a la belleza de la obra, se sentía cierto escalofrío por la metáfora de destrucción expuesta.

Otra sutileza fue lograda por la misma curaduría en otro de los galpones de la exposición. Al entrar, el espectador pisaba un enorme tapete de fibra de plátano, tejido por desmovilizados bajo la conducción del quindiano Vladimir Cortés, y al fondo estaban 12 fotografías de las piernas de víctimas, con los mapas dibujados de sus propios desplazamientos por la violencia, también de Libia Posada. Las dos obras, con la víctima y el victimario en un mismo espacio silencioso, entraban en un diálogo sin resolución.

La otra curaduría de la zona centro occidente, Inver$ione$, arte + intercambios + transacciones, conducida por Adriana Ríos, Carlos Uribe, Femke Lut-gerink y Análida Cruz, asumía la economía como el factor que atraviesa a todo ser humano y lo afecta.

Así, por medio de cartas, Luis Fernando Arango buscaba convencer a los 512 empresarios más ricos del mundo para que donaran el 4 por ciento de sus fortunas y así aliviar la pobreza; Víctor Muñoz, con su constructora en forma de pirámide, le pedía a la gente que donara ladrillos para que quienes perdieron sus casas con DMG y DRFE pudieran reconstruirlas; y Juan Fernando Ospina ironizaba sobre cómo los colombianos invierten más de un salario mínimo al año en veladoras y ungüentos de la buena suerte.

Esteban Zapata, por su parte, puso al espectador en aprietos al crear una figura coleccionable de Pablo Escobar vestido de Robin Hood, a la que se le podían prender veladoras siguiendo la tradición venezolana del culto a los ’santos malandros’. Con esta obra el artista planteaba la reflexión sobre los límites de lo coleccionable y la relación entre el comercio y el arte.

En Sogamoso y Tunja, por su parte, pueden contemplarse actualmente las curadurías que hacen referencia a la zona centro de Colombia, con la participación de artistas de Bogotá, Boyacá y Cundinamarca. La primera propuesta, del grupo investigador La Oreja Roja -Mariangela Méndez y Verónica Wiman-, se denomina Yolanda o Magdalena, una exposición de arte sobre la vida, obra y milagros de un personaje, y la otra, coordinada por Guillermo Vanegas, lleva por nombre Preámbulo, ejemplos empíricos de identidad nacional de baja intensidad en Cundinamarca y Boyacá.

Expuesta en un galpón alterno a la estación del ferrocarril de Sogamoso, Yolanda o Magdalena… es una propuesta abierta a la interpretación, pero en absoluto apacible. “Por ahí dicen que al que se le pone la oreja roja es porque están hablando de él a sus espaldas. Alguien está hablando de usted… y nosotras queremos oír”, anotan las curadoras de La Oreja Roja.

De allí que la muestra invite a seguir a un hogar campesino en el que falta el padre, según se intuye por la foto que decora el vestíbulo. Adentro, obras como La hilandera, de Leonardo Ruge, revelan que hay todo un mundo por inventarle a la mujer que habita la casa. En uno de los extremos se exhiben imágenes de fachadas de casas construidas por etapas (Héctor Patiño) y en otro, un paisaje que deja pensar que aún hay espacio sin huellas de ciudad (Miguel Jara y Denise Buraye).

Dentro de la casa, un video muestra la preparación de un cocido boyacense (Ángela Reyes), se refleja la convivencia de la pareja (Katherine León) y se observan, a manera de aspiraciones futuras, una casa en maqueta (Juan Mejía) y otra que flota (David Anaya). La experiencia termina, sin embargo, con la casa que se fue, donde se observan tejidos inconclusos, una silla desvencijada y huellas de candelabros que ya no están (Leyla Cárdenas). Aparecen también obras que manifiestan el miedo que hace que uno se agazape (Manuel Calderón) o sienta peligro (Marcela Cadena), así como el anhelo de la compañía (Adriana Cuéllar), o la angustia por la ausencia de un ser amado (Juan Carlos Calderón).

Preámbulo es una curaduría que puede apreciarse en el Palacio de la Cultura, ubicado en la plaza principal de Tunja. No es fortuito que en la capital de Boyacá -el ‘Departamento Bicentenario’- los curadores hayan seleccionado obras que abordan preguntas sobre la construcción de la identidad nacional, varias de ellas cruzadas por el humor e incluso la burla. “Se trata de saber cómo resuelve este grupo (de artistas) la cuestión de hacer parte de un Estado nacional”, señala el documento de la curaduría.

Entre otras obras, se observan los retratos de los presidentes colombianos sobre cajitas de fósforos El Rey (Sául Sánchez); la reconfiguración del escudo nacional con un buitre en lugar de un cóndor (Chócolo); una marcha de protesta multitudinaria cuyos letreros carecen de letras (Juan Peláez); un video con un grupo de extranjeros que entonan el himno borrachos (Lecca-Lecca Estudio); una animación donde se percibe la fusión de la frontera colombo-venezolana gracias a Simón Bolívar (Milena Bonilla), o la acción de un artista que se tatúa dolorosamente el logotipo de ‘Colombia es pasión’ mientras a su lado circulan gratas imágenes turísticas (Andrés Felipe Uribe).

Al comparar los Salones Regionales de este año con los previos, queda claro que el propósito inicial se está cumpliendo. Cada región llega con una oferta que da cuenta de sus problemas y revela una identidad propia. En suma, la Colombia de la periferia está cada vez mejor representada.


Arme paseo a Tunja y Sogamoso

Para ir a ver los Salones del Centro habrá transporte gratuito e ilimitado los días 28 de noviembre y 12 de diciembre. Esos días habrá visitas con los curadores y artistas. Informes en el Ministerio de Cultura, Dirección de Artes, 3424100.

publicado por Cambio
(enviado a esferapública por Gabriel Merchán)

domingo, 22 de noviembre de 2009

Modelos De Trabajo: El Artista Como Gestor, Curador Y Crítico

ORIGINAL: [esferapublica]

Tuly Lopez y Nando Migueles
de La Baulera de Tucumán
en el montaje de su obra
- EL DÍA QUE ME QUIERAS -
www.planoazul.com

La hipótesis comparativa que monta mi ficción articulante entre el trabajo del sueño y el efecto Kulechov, a propósito de la curatoría de infraestructura como edición de iniciativas significantes, define mi rango de intervención en un debate poblado de equívocos. En este sentido, quizás de quien esté más cercano en el montaje de ficciones accionales sea Ricardo Bausbaum, a raiz de lo que éste escribe en Hibrido y puro, que no es otra cosa que el texto que bajo el título Desplazamientos rítmicos: el artista como gestor, curador y crítico ya había publicado en el volumen Seminarios – 27ª Bienal de Sao Paulo – (Curadores Lisette Lagnado, Adriano Pedrosa, Jochen Volz), publicado en Rio de Janeiro por Editora Cobogó en el 2008.

A partir del caso ejemplarizante de Broodthaerds, lo que propone Ricardo Bausbaum es una distinción muy simple, pero de gran proyección respecto de la posición del artista, hoy; a saber: un artista no es un “sujeto”, sino un dispositivo accional desplazado y un dispositivo de trabajo de condensación; por lo tanto, es un sujeto operativo que acarrea consigo la memoria de su propia incidencia en un campo determinado. Esto significa producir un concepto de artista como un operador de zona en un campo que previsiblemente no es el propio; pero también, como un activador de otra cosa que figura su anticipación en el dominio estricto de su acción, como exceso en deceso.

Gestor, curador y crítico: tres versiones de una sola inversión instrumental, que opera de manera rítmica, en el sentido que hace latir un régimen de resonancia triple, permitiendo sostener la instalación conflictiva (crítica) de un concepto (curatorial) en la superficie de una trama económica determinada (editorial, museal, etc.). Aunque al mismo tiempo, es la propia instalación curatorial la que produce un conflicto editorial al operar en zonas de inestabilidad institucional. La palabra gestión y la palabra curatoría no existían en el léxico en cuyo contexto lingüístico operaba Broodthaerds, de modo que han sido introducidas por debates posteriores. Prefiero reconocer en Broodthaerds a un editor que trabaja con referencias literarias encontradas y con objetos descontextualizados cuya proyección sostenible produce efectos analíticos en el campo de la economía (de la) crítica.

De acuerdo a lo anterior, la justeza analítica del texto de Ricardo Bausbaum reside en la afirmación efectual del artista como dispositivo de actuación, en la medida que dicha actuación se verifica a partir del desmontaje de las estructuras del circuito del arte, lo cual implica localizar aquellos momentos de la estructura susceptibles de sostener tasas mínimas de institucionalización, como elementos delimitadores de prácticas de desplazamiento. Esto es lo que he denominado en otros textos como instancias de fortalecimiento de escena.

¿Qué cosa se puede decir a estudiantes de una maestría en arte contemporáneo fuera de nuestra zona? No puedo reducir el texto de Bausbaum a las presiones de un espacio no-brasilero, puesto que el sistema de arte brasilero nos resulta, a quienes operamos de forma mayoritaria en un espacio hispanoamericano, de una complejidad jurídica perversa que domina la analítica de las delimitaciones.

Pronunciar desde el espacio brasilero los nombres de Broodthaers, Kaprow y Acconci, como lo hace Bausbaum en su texto, es hacerlo desde la invención contextual previa que supone la existencia de Antonio Manuel, Artur Barrio y Antonio Dias, por mencionar algunos artistas cuyas obras se construyen en el mismo momento en que Faletto y Cardoso montan la ficción analítica de la teoría de la dependencia, como telón de fondo de un inconciente político que disuelve la candidez de la dupla arte-vida para vertirla en el codo de articulación entre formas de producción simbólica y condiciones de producción material (de la vida), desmantelando las estructuras de los circuitos de reproducción de la dependencia, que conducirá a Rui Mauro Marini, en 1973, a formular la crítica de dicha teoría desde la hipótesis del desarrollo del sub-desarrollo.

Valga solo pensar que en esa coyuntura, la Argentina ofrece el espacio de emergencia del arte destructivo y que en Chile la pintura abre un campo de referencia sígnica, en extremo medido. De modo que para nosotros, a cuarenta años de estas referencias, pronunciar los nombres que enumera Bausbaum no da lo mismo. Incluso, me atrevo a sostener que Ricardo Bausbaum no precisaba recurrir a estos nombres, hoy, porque la base de su argumentación reconstructora ya estaba de modo implícito en el nombre de los artistas brasileros ya nombrados. Pero esa es una tarea demostrativa que dejaré en suspenso.

Justo Pastor Mellado


El país a través de un microscopio

ORIGINAL: LaSillaVacía

Por Olga Lucía Lozano

Jueves 19 de Noviembre de 2009


Varios aspectos confluyeron para dar vida a la muestra Mm. De un lado, la celebración simultánea en 2009 de tres aniversarios claves: los 400 años de las primeras observaciones astronómicas de Galileo Galilei, los 200 años del nacimiento de Charles Darwin y los 150 años de la publicación del “Origen de las especies”.

Adicionalmente, desde un camino ajeno pero cercano a la ciencia, la reflexión sobre el trabajo realizado por Galilei en torno al microscopio y cómo este artefacto ha ido desarrollando nuevas miradas y posibilidades de aproximación al mundo, dio vida en 2008 al proyecto LABORARTORIO, un taller creativo diseñado por el artista Fernando Arias que permitió a artistas del Quindío trabajar con bacteriólogos profesionales para observar la vida y la muerte a través de este instrumento y comparar ese micromundo con el mundo exterior.

Según lo explica Jonathan Colin, uno de los curadores de la más reciente versión del Salón Regional de Artistas, región centro – occidente, en el catálogo de Mm (Micromacro), la decisión fue entonces extender ese trabajo realizado por Arias y convocar a diversos creadores a generar “proyectos que tuvieran que ver con temas del mundo real, con los problemas que nos afectan” e “indagar por cuestiones significativas y que nos tocan a todos pero que la mayor parte de la sociedad tiende a ignorar”.

De esta manera se reunió el trabajo de cerca de dos decenas de artistas que, desde las particularidades de su propio lenguaje, abordaron temas como el desalojo, la violencia, los espacios arquitectónicos y sus mutaciones, la política nacional, el abuso, el desplazamiento, el olvido y la memoria, entre otros. Generando así una secuencia de propuestas en las que, tras una mirada general, conviven el arte, la ciencia y la política.

La Silla Vacía ha decidido incluir en su exposición permanente sobre la realidad nacional, cinco de las obras presentadas en este Salón Regional. Cuya curaduría estuvo a cargo, además del británico Colin, del colombiano Fernando Arias, quien permitió a Esto No es Bonito hacer su propia selección y presentarla a nuestros usuarios.



Signos Cardinales | Libia Posada


Soplo de vida | Liliana Estrada


Workshop 1:72 | Santiago Escobar


Bicentenario de la Independencia | Jorge Hernando Delgado


La Platanera | Colectivo 28 MM