martes, 19 de enero de 2010

¿Adónde va hoy el Arte?

ORIGINAL: Carlos Jiménez - [esferapublica]


Wang Qingsong, Dormitory, 2005

Luego de un receso de fin de año y para dar inicio a sus actividades en el 2010, esferapública ha invitado a Carlos Jiménez a ejercer la antiquísima ciencia de la predicción.


La crisis económica mundial esta afectando también a la escena artística hasta tal punto que las tendencias artísticas que tendrán más fuerza e intensidad en el futuro inmediato son las que de una u otra manera responden a esa doble crisis. O esa triple crisis, si consideramos que la Cumbre sobre el cambio climático organizada por la ONU y celebrada en diciembre pasado en Copenhague, ha marcado un punto de no retorno en la consciencia común sobre la inminencia de una catástrofe ecológica inducida por los modos de vida y de producción dominantes a escala planetaria. Cierto, el sólo esbozo de esta conexión entre el futuro inmediato del arte y la yuxtaposición de las crisis que estamos padeciendo irrita sobre manera a quienes insisten a mantener a la actividad artística sometida a una concepción del arte como esfera mística en la que el individuo se reconoce y se realiza a sí mismo como radicalmente distinto a cualquier otra figura social y completamente independiente de todo encuadramiento y toda ligadura colectiva sea política, religiosa, ideológica o cultural. No niego que actualmente se ofrece y se seguirá ofreciendo en el futuro inmediato arte que para satisfacer esa clase de pulsiones solipsistas intenta ofrecer experiencias exclusivamente estéticas, intransitivas, autosuficientes, experiencias que se fundan en nuestras percepciones y sólo quieren a ponerlas en juego. Al fin y al cabo el individualismo, aunque experimenta una crisis larvada, es la forma paradójica de socialización todavía dominante en las sociedades modernas/ posmodernas. Pero, insisto, esta tendencia no es más que una de las que intervienen en la escena artística actual y en ningún caso puede ser esgrimida como un argumento incontestable en contra de la existencia y menos de la actuación de las tendencias que si se hacen cargo abiertamente de las crisis compartidas y en definitiva del destino común.

La primera de esas tendencias que quiero traer a cuento apuesta no por la percepción intransitiva sino por la alegoría. O mejor, continúa apostando por ella, porque lo cierto es que la alegoría condensa una estrategia que desde hace unas cuantas décadas ocupa un lugar muy significativo en las prácticas artísticas contemporánea y cuyo exponente mas notorio, mas mediático, mas publicitado es obviamente Damian Hirst. Él podrá ser todo lo cínico que se quiera pero es indudable que con obras como el tiburón en formol o el becerro de oro, ha ofrecido rotundas y muy eficaces alegorías de la conducta, las ambiciones y las fantasías esa "nueva clase" de omnipotentes ejecutivos de Wall Street que, como modernos aprendices de brujo, condujeron las finanzas mundiales directamente al colapso. Pero no ha sido el único en optar por la alegoría: también lo han hecho los Chapman Brothers, Maurizio Cattelan o Wang Qingsong (foto). Y más cerca de nosotros, Marcos López. Creo que esta tendencia va a mantenerse activa y fecunda entre los artistas que durante los años que vienen tratarán de ofrecer figuras imaginarias de captación e intelección de las crisis que están en marcha, a todos los que nos sentimos extraviados en el deliberado mare mágnum de datos, cifras e interpretaciones contradictorias de las mismas.

Existe, además, una variante de lo que Hal Foster llamó en su día nuevo impulso alegórico, que conecta con los renovados cultos a la Naturaleza que adquieren una singular relevancia política y social en el contexto del colapso ecológico al que estamos abocados. La Pacha Mama, la Pangea, el Efecto Mariposa, son otros tantos términos que dan forma a la preocupación colectiva por los efectos devastadores de la acción del economía mundo sobre los ecosistemas que tenderá a expresarse igualmente en el ámbito de las prácticas artísticas como ya lo ha hecho con fuerza en los del cine y la literatura. En el ámbito latinoamericano esta variante alegórica tiene antecedentes notables en Ana Mendieta, Alicia Barney o Maria Teresa Hincapié. Y tampoco puede descartarse en un futuro inmediato apelaciones a la fábula de animales – como las que realizadas recientemente por Fischli & Weiss – que aparte de renovar la tradición fabulista y de critica moral puesta en pie por la Ilustración, conectan con ese tercer estadio de la religión, analizado por el filósofo Gustavo Bueno. En este nuevo estadio nos estamos planteando – como lo hicimos aunque de otro modo en el estadio prehistórico – una relación con los animales que les reconoce una alteridad y una soberanía que les negamos cuando los reconocemos sólo como herramientas u objetos de análisis, investigación e inclusive contemplación turística o sólo como fuente de alimentos y materias primas. Eso para no hablar de la omnipresencia en la galaxia Hollywood de las figuras típicas de animales humanizados/humanos animalizados que Nadin Ospina ha parodiado eficazmente.

Otra tendencia que espero ocupe un lugar importante en el futuro inmediato es la de someter los discursos ideológicos y políticos a la prueba de la experiencia de cada quién. El ejemplo más próximo e inmediato con el que contamos es el de Tania Bruguera, cuya reciente performance en la Universidad Nacional de Bogotá, expuso a todos los asistentes a la misma a padecer una secuela inédita, inesperada, de la interminable guerra contra el narcotráfico que los gobiernos colombianos libran para satisfacer el régimen biopolitico implantando en la sociedad norteamericano y los delirios geoestratégicos de los gobiernos de Washington. Ese "padecer en carne propia" – al cual también han apelado Carol Schneeman, Marina Abramovich o Regina José Galindo - puede funcionar en el contexto crítico que vivimos como una propedéutica, como un método o un modo de averiguar si hasta que punto podemos soportar los discursos generales de toda índole con los que se pretende guiarnos o conducirnos a través del endiablado laberinto de las crisis. O, por lo menos consolarnos e ilusionarnos una vez más.

Antes de finalizar este breve y arriesgado ejercicio profético debo aclarar que las tendencias que he mencionado no son ni pueden ser las únicas que actúen en el inmediato futuro en la escena artística internacional. De hecho no son siquiera las únicas de las que podrá decirse que se conectan explícitamente con el estado crítico en el que ahora estamos inmersos. Ciertamente hay otras, que ni siquiera he mencionado, porque he puesto todo el énfasis en las que a mi más me (parecen) atractivas y fecundas. Y añadiría, además, que el despliegue de todas estas tendencias ya esta siendo acompañado por unas transformaciones muy profundas en la Institución arte de las que tampoco he hablado aquí y que se condensan en la implantación aparentemente irreversible del museo virtual profetizado por André Malraux bajo la forma de "museo imaginario" y en la plena mercantilización del arte.

Carlos Jiménez

Predicciones

ORIGINAL: Guillermo Vanegas-[esferapublica]

Luego de un receso de fin de año y para dar inicio a sus actividades en el 2010, esferapública ha invitado a Guillermo Vanegas a ejercer la antiquísima ciencia de la predicción.

Enero:
Aunque quizá no esté presente para firmar su matrícula, un estudiante de arte recientemente encarcelado alcanzará a inscribir las materias que había pensado estudiar durante el primer semestre de este año. En la Universidad donde estaba estudiando antes de ser recluido se felicitan por la notoriedad que obtendrán mediante la aprobación (y exhibición pública) de ese procedimiento.

Posiblemente, muchos artistas bogotanos jóvenes presentarán sus propuestas para la convocatoria pública de un Lugar de promoción de arte contemporáneo en Cali. Allí se sorprenden por la acogida recibida desde el centro del país y, en algunas conversaciones, se preguntan: “¿qué es lo que sucede en Bogotá con las instituciones que patrocinan ese tipo de arte?”

Antes de concluir el mes, una artista e investigadora dictará una conferencia sobre la década que más conoce del arte colombiano: los años setenta. Tras repetir básicamente lo mismo que ha dicho en otras conferencias, ahora sí comienza a sonar cansada.

Febrero:
Tres probables triunfos para el arte nacional:
  1. En medio del clima electoral en que se encuentra el país, un artista destacado elabora una campaña exitosísima para un candidato adepto al mandato actual. Candidato y artista aparecen abrazados en algunas fotografías de prensa.
  2. Otro artista –esporádico compañero de juerga del artista antes mencionado- decide trabajar en la campaña de un candidato contrario al régimen actual. Mientras el político pierde estrepitosamente, el artista se impone gracias al respeto que tiene en nuestra tierra la fusión arte-publicidad. Comienza a diseñar libros para instituciones de todo calibre.
  3. Otro artista –de la misma generación que el artista antes mencionado, pero abstemio-, se empecinará en apoyar la carrera de algunos artistas jóvenes denunciándolos penalmente. El motivo de su disgusto se basa en el hecho de que muchos de estos artistas se han acercado a su obra para homenajearla (apropiándosela) o atacarla (apropiándosela). Los denunciados pierden el caso y su fama se dispara.
En alguna inauguración de una exposición de arte, artistas, críticos y profesores se preguntan por el destino del Premio Luis Caballero, luego de que se confirme finalmente la desaparición de la galería en que funcionaba y que inspiró sus condiciones iniciales (valga decir, poco respetadas por sus participantes). Algunos –en realidad, quienes se acercaban este año al rango de edad que se exigía en la convocatoria–, lamentan su perdida.

En otras inauguraciones, artistas, críticos y profesores se preguntan por el destino del Premio Botero, luego de que éste haya sido estrangulado por el mismo sujeto que le dio su nombre. Casi nadie dice nada al respecto, aparte de que nunca sirvió para gran cosa.

Marzo:
En la preparación para el Segundo Encuentro de artistas más costoso que se ha realizado durante este siglo en Medellín (pretensioso, apresurado y sin proyección), algunos periodistas culturales deciden asociarse y proponer a sus organizadores el Premio Nacional de Periodismo Cultural. A sabiendas de que durante el año anterior colaboraron en la fabricación de opinión pública sobre arte contemporáneo local –explotando incansablemente algunos casos particulares-, buscan ahora obtener cierta legitimidad académica con base en este viejo recurso. Lo logra: las bases de la convocatoria se cuentan entre los primeros documentos del Encuentro en ser aprobados.

Quince días más tarde y, en gran parte, a consecuencia de que la opinión pública “considera” que su costo es exagerado y que, de cierta forma, ese Encuentro en un vehículo de propaganda de la alcaldía anterior en Medellín se cancela. Ningún periodista cultural se pronuncia.

Abril:
A pesar del embrollo que ha implicado desde comienzos de año la implementación de un Palacio para las Artes y demás adefesios con los cuales se intenta dar un semblante menos pesaroso de la política cultural del Distrito Capital, se lanzan las convocatorias de artes plásticas de una cuestionada y generosa Fundación. La acogida es i-m-p-r-e-s-i-o-n-a-n-t-e.

Un país vecino le declara la guerra a Colombia. Siguiendo una tradición inveterada en la estrategia de guerra moderna, entre los primeros objetivos que planea bombardear su aviación se encuentran los museos de arte moderno y contemporáneo del centro del país. Fracasan en su misión (¿por qué iban a lograrlo, si no hay ni uno?).

Mayo:
Posiblemente en Medellín se organice una (otra) exposición de obras de Francisco Antonio Cano, una (otra) exposición de Débora Arango y una (otra) exposición de dibujos de José Antonio Suárez.

En Bogotá, se rinde (otro) homenaje a otro artista de la Generación Marta Traba.

Junio:
Tras muchas dudas y deliberaciones, el Museo más antiguo del país se asocia con una prestigiosa universidad privada bogotana para lanzar un Programa de Estímulo a Curadores Junior. En el corazón de muchos Curadores Senior se incuban el resentimiento y la envidia (sin embargo, no deja de vérseles en las inauguraciones de las exposiciones resultantes de esta convocatoria, formulando frases estereotípicas de aprobación cada vez que se les pregunta sobre ello).

Julio:
Se emiten los resultados de algunas convocatorias de artes plásticas de una cuestionada y generosa Fundación. Como es costumbre, a pesar de que se declaran desiertos algunos premios, no se justifica la manera en que se reinvertirá el dinero. ¡Hay que mantener las tradiciones!

Una semana después, y de manera repentina, es lanzado por esa misma cuestionada y generosa entidad un concurso de intervenciones en espacio público cuyo tema sea… la independencia nacional! El primer premio lo recibe dos meses después un pintor de origen indígena bastante querido por algunos expresidentes colombianos. La videoescultura que presenta recibe excelentes calificaciones por parte de público y crítica especializada (miles de visitantes van a ver la maqueta de la pieza que se exhibe en el vestíbulo de algún auditorio del centro de Bogotá, artículo de cuatro páginas a cuatro tintas en la principal revista de arte colombiano con base en Miami).

Septiembre:
A pesar de la evidente crisis económica en algunos círculos de consumo de obras artísticas, se lanzan las ferias de arte de Bogotá proclamando al final algunos triunfos de cotización. A pesar de que la gente no pueda confirmar si esa información es cierta o no, el consenso general será el de que las fiestas que organizaron algunas galerías se contarán entre las mejores del año.

Octubre:
Las más atrevidas propuestas visuales se presentan en el marco de la curaduría organizada por una Fundación con Corazón de color vegetal y curada por una persona que superó los sesenta y cinco años. El tema propuesto para esta ocasión será… la independencia nacional!

A un año de haber sucedido en un Salón Regional de Artistas en Armenia, el caso de la censura que se ejerció contra una obra allí presente no ha sido resuelto. El afectado ni siquiera ha conocido la versión oficial de los hechos (y tampoco sufre mucho por eso).

Luego de muchos problemas logísticos se inaugura el principal Salón de Arte del país, que recibe una nutrida asistencia de parte de turistas nacionales y extranjeros.

Noviembre:
No pasa nada.

Diciembre:
Navidad y vacaciones.

Guillermo Vanegas

lunes, 18 de enero de 2010

El Año Que Se Nos Viene


Luego de un receso de fin de año y para dar inicio a sus actividades en el 2010, esferapública ha invitado a Catalina Vaughan a ejercer la antiquísima ciencia de la predicción.

A mediados del mes de enero se da a conocer el nombre del artista ganador del Premio Luis Caballero. Aunque para esta ocasión el Premio no tuvo el nivel de las versiones pasadas, nadie se sorprende por el veredicto del jurado (al ganador le salen un par de contradictores que cuestionan el carácter inédito de algunas de sus obras).

Para el mes de febrero se anuncia la visita del curador de la Tate Modern. Los anfitriones de rigor para este tipo de visitas elaboran una lista de seis artistas, lo que genera airadas protestas del Campo del Arte. Para compensar la situación el Ministerio de Relaciones Exteriores organiza una exposición curada por el ex embajador Carlos Medellín con el sugestivo nombre de “Arte Colombiano para el nuevo milenio” a realizarse en la Embajada de Colombia ante la Unión Europea.

En el mes de abril sigue sin concretarse en qué consiste el Salón Nacional a celebrarse en Cartagena a finales de año. Varios curadores de los Salones Regionales intercambian correos privados pero ninguno hace público su malestar ante esta evidente falta de planeación (se filtra que el Comité Curatorial invitará a reconocidos artistas del mainstream internacional para que sus obras dialoguen con las locales)

En el mes de junio empieza a funcionar el Instituto Distrital de las Artes. Su director, Víctor Manuel Rodriguez, concentra todos sus esfuerzos en la elaboración de un diagnóstico para definir si en Bogotá hay un Campo del Arte y, si es el caso, implementar el diseño de unas políticas que fortalezcan la generación y consolidación del Campo del Arte (las protestas del Campo del Arte hacen que el director regrese a la vida académica)

Ante la inminencia de las celebraciones del Bicentenario y las dificultades para encontrar una sede, el Instituto de las Artes abre sus oficinas en la terminal de El Dorado, cuya demolición fue suspendida debido a nuevas inconsistencias jurídicas. Ante las protestas del Campo del Arte por semejante decisión, la Secretaría de Cultura pone a disposición de los artistas, gestores y curadores 2 busetas que realizarán dos viajes diarios entre la Plaza de Bolívar y la sede del Instituto (una célebre institución distrital abre la convocatoria “Busetas de la Independencia” para que los artistas interesados en la cultura urbana desarrollen actividades en dichos vehículos durante el largo trayecto entre la Plaza de Bolivar y El Dorado)

En el mes de septiembre Tania Bruguera viene a Bogotá a presentar un performance invitada por una conocida universidad privada de la ciudad. Antes del performance afirma que todo lo que suceda es “parte de su obra”. Para el Performance invita a tres representantes del conflicto en el Campo del Arte a disertar sobre el “El escándalo como táctica publicitaria”. Mientras ellos cuentan sus historias, dos asistentes de la cubana reparten éxtasis entre los ponentes y los asistentes, lo que neutraliza por completo los antagonismos, enfrentamientos y querellas. Esfera Pública se llena en pocos minutos de llamados que invitan a la reconciliación, el perdón por las ofensas y el fin de los enfrentamientos (en su número de octubre la revista Artforum publica el artículo “The final extasis” con fotografías del performance donde conocidísimos y acérrimos adversarios se abrazan efusivamente)

En el mes de octubre se abren las ferias de arte de Bogotá. Ante la baja afluencia de público los galeristas de ArtBo se dedican al cambalache de obras para sortear las dificultades. La Otra abre sus puertas en la sede de la galería con obras en pequeñísimo formato, lo que reduce radicalmente precios y gastos de funcionamiento. Vende absolutamente todo, paga todas las deudas y remodela sus sede (Estefanía Sokoloff escribe en su artículo “La Otra se ilumina” que nada mejor que el concepto de la “micro-feria” para “incentivar el micro-coleccionismo en un país como el nuestro”)

En el mes de noviembre se abre en Cartagena el Salón Nacional. A pesar de que el Comité Curatorial del Salón logra un montaje donde las obras de los artistas colombianos logran (por fin!) dialogar con la de los invitados internacionales, algunos artistas, curadores y ex curadores protestan airadamente pues las obras de invitados como Damien Hirst (la del tiburón) y Gabriel Orozco (el esqueleto de una ballena) capturan absolutamente la atención del público y los medios de comunicación.

En el mes de diciembre el Ministerio de Cultura, en convenio con la Fuerza Aérea Colombiana, organiza tres viajes en aviones Hércules para visitar el Salón Nacional en la Ciudad Heroica. Los cupos se agotan rápidamente, lo que genera airadas protestas del Campo del Arte. Finalmente, el Ministerio logra concertar dos vuelos más y el Campo del Arte deja de protestar (“Artistas e intelectuales se toman Cartagena” y “Cartagena bohemia” son los titulares las páginas sociales de Semana y El Tiempo).

Catalina Vaughan