sábado, 19 de diciembre de 2009

Recapitulación sobre Arte en COP15 con Patricia Watts. (Entrevista exclusiva para Inhabitat)

ORIGINAL (En Inglés): Inhabitat
por Moe Beitiks, 12/19/09

Entrevista exclusiva a Patricia Watts para Inhabitat

Patricia Watts - ecoartspace

Para lograr algunos pensamientos de cierre de la agitación cultural en Copenhague, Inhabitat se dirigió a la artista Patricia Watts. Como una de los fundadoras de ecoartspace, ha estado haciendo curaduría, organizando, discutiendo, analizando y escribiendo sobre el eco-arte desde antes de que "estuviera de moda" hacerlo. Con tantos puntos de vista contradictorios sobre el estado del arte y el eco-arte de hoy, Watts nos dio una entrevista exclusiva que nos ofrece su perspectiva estimulante de la diferencia entre el arte y el activismo, el arte y la propaganda y las proezas detrás de los comunicados de prensa falsos.

Inhabitat: Madeleine Bunting de The Guardian dijo: "Algunos activistas han preguntado por qué el mundo del arte ha sido lento en entender el significado del cambio climático", mientras que, alternativamente, "RSA Arts & Ecology" declara, "En los cinco años transcurridos desde que hemos estado en funcionamiento, nunca han sido producidos trabajos tan excelentes. "Usted ha estado trabajando con el eco-arte durante los últimos diez años. ¿Cómo es diferente ahora que cuando usted empezó? Ahora es realmente un despertar, o es sólo el público cada vez más conscientes de la eco-arte?

WATTS: Hay artistas definitivamente hoy más interesados en la utilización de su estética, científica, espacial y / o habilidades teatral para despertar al público en general a los problemas ambientales. Esto se debe a un Zeitgeist (espíritu de la época) de condiciones tales como los avances en las tecnologías personales, la accesibilidad a la información, y una nueva generación de artistas que está orientados a producir y se exigen resultados.


Maya Lin, Restaurando un árbol

Inhabitat: Muchas personas no experimentan las obras de arte de la COP15 de primera mano. La mayoría, como usted y yo, tuvo que quedarse en casa y saber de ellas a través de Internet. ¿Cuál es su sensación de la escena cultural en Copenhague dada esta distancia? En su experiencia, ¿cómo Internet afecta a nuestra percepción del arte del medio ambiente?

WATTS: A mí me parece lo que está sucediendo en Copenhague es un trabajo orientado más hacia acciones activistas. No estoy muy segura de que podríamos llamarle arte ambiental, aunque las acciones fueron diseñadas para atender a tal propósito. Esto conduce a un debate más amplio sobre los movimientos en el arte frente a la materia objeto de arte. Existen muchas estrategias o prácticas en este ámbito de atención. Algo que yo siempre estoy considerando es cómo el arte se ve, ya sea dentro o fuera de las paredes del museo. La asistencia a los museos es baja teniendo en cuenta la población del mundo. Prefiero mucho más ver a estos artistas trabajando en la esfera pública o en lugares no tradicionales de arte. Ya que ¿no es el verdadero objetivo, crear un entorno para el cambio? El activismo permite una audiencia más diversa, más grande.

Inhabitat: ¿Cuál es el potencial del arte para crear cambios ecológicos reales? ¿Fué la COP15 una oportunidad cultural-ecológica única, o simplemente una reunión de voces afines?

WATTS: Actuar en nombre del arte permite encuentros más lúdicos que no son tan amenazantes como "de una mafia furiosa". Sin embargo, por lo que he leído y visto a través de la cobertura de difusión en la COP 15, no hay espacio para alternativas o "expresiones de ajenos" en la conferencia. Mi impresión es que el lugar de Bella Center, no es lo suficientemente grande para el número de asistentes.

Inhabitat: En Estados Unidos las artes están constantemente teniendo que defender su valor práctico. ¿Cree usted que el eco-arte cumple un "propósito práctico"?

WATTS: El "Eco-arte" pueden proporcionar un uso práctico, pero es una palabra grande que incluye una amplia gama de medios de comunicación.


Burbuja COP15

Inhabitat: ¿Cuál es la línea entre el arte y propaganda? ¿Cuándo el eco-arte cruza esa línea?

WATTS: Esa sería una línea invisible - una línea de una percepción. Por lo tanto, dependerá de la historia personal, la formación en el arte y el activismo. La mejor pregunta es, ¿tiene siquiera importancia si este trabajo se percibe como arte? Mi opinión personal es que no. El diálogo que se crea a partir de estas obras o acciones es el verdadero arte, y donde los cambios en nuestra percepción puede tener lugar.

Inhabitat: ¿Cuáles son algunos de los proyectos estrella que hayas visto o escuchado en la COP15?

Watts: A mi, personalmente, me gustan las obras que desafían lo que es real. Por ejemplo, el último comunicado de prensa de Yes Men que supuestamente procede del Secretario de Prensa Adjunto de la Oficina Canadiense de la Ministra de Medio Ambiente, el anuncio de una nueva agenda para el cambio climático y el desarrollo mundial. Cuando un artista puede engañar a la opinión pública y a los funcionarios llevándolos a cuestionarse lo que está ante ellos - eso es real - ésto es el éxito en mi opinión. Es ese momento, en la posibilidad de algo más productivo, posiblemente incluso más moral, se siente y la resistencia se puede disolver.

"Conferencia de Prensa" de Yes Men- Climate Debt Agents

Inhabitat: ¿Cuáles son algunos de los proyectos nacionales dónde se siente que expresan los temas en la conferencia sobre el cambio climático?

Watts: Yo vivo en una ciudad que tiene varias organizaciones no gubernamentales que están interesadas en cambiar la forma en que vivimos (Sebastopol, CA). El Instituto de Pos Carbono es una de ellas. Este tipo de organizaciones que están trabajando para una agenda global en realidad debería centrarse en la creación de modelos sostenibles en sus propios patios traseros. Y aquí es donde los artistas pueden desempeñar un papel importante utilizando sus habilidades artísticas, combinadas con las estrategias de activistas, para ayudar a crear la cultura y las ciudades económicamente próspera.

lunes, 14 de diciembre de 2009

"Paisaje Desmembrado" de Nelson Vergara

ORIGINAL: [esferapublica]


El paisaje ha sido un género importante en la historia del arte; este género tomó una fuerza considerable particularmente en el Romanticismo alemán, cuando el ser humano toma consciencia de su cercanía a la naturaleza y de la importancia de tal relación. Los jóvenes románticos de la revista Atheneum, entre quienes se encontraban, Hölderlin –entusiasta lector de Rousseau-, Hegel, Schelling, Novalis, los hermanos Schlegel y Shchiller, tienen un apego especial a la naturaleza por considerar que ella encierra la sabiduría. Lo sublime como categoría estética acuñada por Kant, da cuenta de la belleza de la naturaleza y su grandeza, pero ¿cómo materializar esto en el arte? La poesía se concibe como el lugar ideal para dar cuenta de ello, y el arte en general se inscribe dentro de esta relación; la naturaleza, que puede ser terriblemente subyugadora por su inmensidad, también logra seducir al ser humano, pues ella aún es la “madre naturaleza” (Rousseau) y por lo tanto sabiduría en esencia.

Años más tarde, a finales del siglo XIX, el paisaje vuelve a ser el centro de interés para el arte: los impresionistas apoyados en la daguerrotipia logran dar cuenta de un paisaje que se deshace en la tela para recomponerse de nuevo en el ojo del espectador. Este procedimiento científico nos revela un paisaje diferente, fragmentado y recompuesto gracias a la influencia de la luz en él. En pleno apogeo de la Revolución Industrial, ya entrado el siglo XX, el paisaje natural deja de importar a los artistas, para ser reemplazado por un paisaje cada vez más urbanizado y de ensoñación, los cuadros de Salvador Dalí y Giorgio de Chirico son ejemplo de esto. Y en la segunda mitad del siglo XX, particularmente en los años sesenta y setenta, los artistas del Land Art, vuelven a interesarse en la relación existente entre el arte y la naturaleza: Robert Smithson, Richard Long y Christo principalmente logran hacer intervenciones en el paisaje recuperando la idea de monumentalidad y huella del ser humano. Una nueva idea del paisaje se configura esta vez, pues se trataba de exaltar la magnificencia de la “naturaleza naturante” (Spinoza) y la pequeñez del ser humano, frente a un mundo que se vuelve cada vez más anti-ecológico. Otros artistas como Joseph Beuys, Wolfgang Laib y Frans Krajcberg, logran inscribirse dentro de una postura ecológica bastante importante, poniendo en evidencia el carácter predador del ser humano frente a la fragilidad de la naturaleza.

Dentro de esta última postura podemos encontrar el trabajo de Nelson Vergara quien con su más reciente obra “Paisaje desmembrado”, nominada al V Premio Luis Caballero, logra reflexionar plásticamente sobre la frágil relación que se establece entre el ser humano y la naturaleza. En conversaciones con el artista, él manifiesta tener dos referentes importantes en su obra: la pintura de Caspar David Friedrich, pintor romántico quien en una búsqueda de cierta espiritualidad muestra al ser humano en una especie de soledad e intimidad, donde se realiza un diálogo perfecto con y en la naturaleza. En la obra de Vergara encontramos vestigios de la famosa pintura titulada “Viajero frente al mar de niebla” (1818), donde vemos a un personaje de espaldas en la cima de una montaña, contemplando el horizonte: “La obra de Caspar Friedrich –dice Vergara-, logra introducirnos en la mirada de quien mira”. Con esta confesión uno entiende buena parte del dispositivo plástico que despliega el artista en su obra: la insistencia en la mirada de quien mira. Mirada mediática que logra configurar un paisaje aún desmembrado. Pero este desmembramiento alude no solamente a un lugar fragmentado, sino también a un cuerpo, pues en efecto el cuerpo es quien posee miembros. Así, la obra de Nelson Vergara, “no es un trabajo sobre la imagen [del paisaje sino, sobre el cuerpo y con el cuerpo [del paisaje” nos dice el artista. Ahí radica la fuerza conceptual de esta obra que logra materializarse con el lenguaje de nuestra época: monitores de televisión, computadores, video-beams, bombillos, alambres, cables, pantallas, telas, etc. Un cuerpo que recorre el paisaje, y da cuenta de ese viaje a través de la naturaleza. A propósito de esto Alejandro Burgos Bernal dice lo siguiente en el catálogo que acompaña la exposición:

“… y este podría ser el significado último de la obra de Nelson Vergara- ese cuerpo que recorre el paisaje –contingencia que asume sobre sí misma su propia espacialidad, su propia temporalidad-, ese cuerpo que en el paisaje experimenta su materialidad, ese cuerpo que a diferencia de Hölderlin no enloquece de orfandad- y sin embargo enfrenta el abismo-, ese cuerpo ocasiona su intervalo…”

El segundo referente importante es la película “Aguirre, la ira de Dios” (1972) de Werner Herzog, donde vemos la aventura del conquistador español Lope de Aguirre, por encontrar con el mítico El Dorado. Aventura que sumerge al conquistador a la demencia total: la imagen a la que alude Nelson Vergara y que todos sin duda recordamos es la siguiente: hacia el final de la película, vemos al conquistador, erguido sobre sus dos piernas, débil, pero fuerte al mismo tiempo por estar preso de la locura. Sus hombres bajo su mando han muerto por diferentes razones, su frágil embarcación que remonta río arriba en la selva, está ahora invadida de unos micos, nuevos navegantes de esa “stultífera navis” o nave de los locos. Ese personaje acorazado, sinónimo de la soberbia humana, quien sueña con dominar a la naturaleza, le interesa mucho al artista para poder reflexionar sobre la naturaleza.

Dicho esto es importante realizar un recorrido por la obra que ocupa toda la galería Santafé y así entender mejor su obra. El espacio, al que ingresamos tras atravesar una cortina negra, está en completa penumbra. Las paredes están pintadas de negro, giramos a nuestra izquierda y nos encontramos con una imagen que ocupa toda la pared: una mujer, vestida de negro, parece flotar sobre el agua: sus pies ligeramente sumergidos en un río o lago, la sostienen para que la leve corriente no la lleve. El viento sopla a su espalda generando un movimiento armónico entre sus prendas, su cabello y el agua. Indudablemente el artista insiste sobre la relación entre la feminidad y el agua como generadoras de vida. Mito legendario de todas las culturas que no nos sorprende hoy por su evidencia, sino más bien por su anacronismo, que lejos de ser peyorativo este término, es fundamental para entender que hoy el agua es más que nunca una necesidad y sin duda es el elemento por el cual, se re configurará la nueva geopolítica dentro de los próximos años.

Nos adentramos en la sala y nos encontramos con una proyección en la pared de un registro del recorrido sobre el río Magdalena, principal río de Colombia. El artista durante el recorrido que dura varias horas, filma con la ayuda de una cámara submarina el movimiento interno del agua, violentada por el paso de la embarcación a motor. Cerca a esta proyección, en un pequeño monitor de vídeo, se proyecta el mismo recorrido, filmado simultáneamente pero en exteriores. Con este dispositivo, el artista insiste sobre lo que parece ser idílico y placentero, y algo que es en sí mismo violento, como lo que no se ve: la contaminación del afluente más grande de nuestro país.

Luego nos encontramos con dos pantallas ligeramente onduladas, que reproducen dos proyecciones que condesan varias horas de filmación de un recorrido. El paisaje esta vez se reduce a una serie de líneas, que se comprimen como se comprime el tiempo. Solamente el espectador puede observar algo del paisaje, cuando su presencia es monitoreada por una cámara de un computador que provisto de un programa especial, registra la imagen del este y simultáneamente el paisaje en las pantallas se abre. El espectador, o en este caso activador deja la zona de registro, para que la imagen del paisaje vuelva a comprimirse. Así el cuerpo del activador interviene directamente en el paisaje, tal y como lo hace una y otra vez el artista, insistiendo en el papel del ser humano que irrumpe en la naturaleza transformándola.

Durante el recorrido, en una de las paredes, encontramos una proyección compuesta por varios fragmentos donde vemos como se avanza en un espeso follaje. Ese avanzar es registrado por una mirada múltiple y simultánea, producto de la incursión de un cuerpo que podría ser el nuestro. Es como si tuviéramos varios ojos y registráramos fragmentariamente lo que vemos a nuestro paso.

En varios lugares de la sala nos encontramos con varios televisores colgados del techo, cuyas pantallas casi tocan el suelo. Estos reproducen una imagen que se refleja en un espejo con las mismas dimensiones que las pantallas. La imagen es imposible verla, solamente vemos un haz luminoso: “se trata de imágenes, de zonas de conflicto armado” dice el artista. Un elemento tan cotidiano como el televisor, donde se hace visible constantemente lo que sucede en nuestro país por los medios de comunicación, esta vez nos oculta algo que es en verdad fundamental: las zonas de conflicto. Crítica sutil e inteligente al papel que juegan los medios de comunicación en un país como el nuestro.

Otra pantalla de televisión -esta vez sí podemos ver algo en ella-, proyecta la imagen turbulenta del agua. La imagen no es muy clara, y como insistiendo en esta evidencia, una bombillo que cuelga del techo y casi toca el suelo, ilumina sin fuerza un dibujo realizado con cable eléctrico. Este fragmento es algo hermético, pero me recuerda a un trabajo de Nam June Paik, donde un Buda miraba un monitor de televisión vacío, donde el televisor es en realidad una caja y donde en vez de imagen hay una vela encendida. El dispositivo empleado por Nelson Vergara es otro, claro está, pero este alude a un cierto acto meditativo al igual que Paik: ¿qué es lo que esa luz que ya no ilumina puede hacer visible?

Para finalizar nos encontramos en la pared opuesta a la primera imagen: con un paisaje del Páramo. En un primerísimo plano, vemos los frailejones que se confunden con nuestra sombra. Esto parece una pintura y tal sensación se acentúa cuando tocamos la imagen o más bien su soporte: una tela, de cierta textura espesa y densa, nos hace pensar en los frailejones. Y para nuestra sorpresa, los frailejones se mueven: no es una pintura, pese a la aparente inmovilidad de la imagen, pues, algunas hojas se mueven cuando un individuo (el propio artista) atraviesa el paisaje, de vez en cuando. Este fragmento- insiste el artista-, muestra como aquél hombre “acorazado”, que recorre ese lugar casi sagrado, origen de ríos y lagunas en nuestra geografía montañosa, se asemeja a Aguirre. Esta imagen se opone literalmente a la de la mujer en el agua, aunque las dos están creadas con la misma opacidad y luminosidad.

En paisaje desmembrado, Nelson Vergara logra que el espectador entre en contacto con la naturaleza, no en el sentido en que lo mostró anteriormente
Rosario López, también de manera magistral, sino en una inmersión profunda, casi meditativa, donde se puede oír al mismo tiempo que observamos y hacemos el recorrido, el sonido del agua, del viento y de ciertos insectos y aves. Una de las mejores obras hasta ahora presentada en el V Premio Luis Caballero, tanto por su factura como por su coherencia conceptual. Esta obra aún se puede observar en la Galería SantaFe del Planetario Distrital.

Ricardo Arcos-Palma. Bogotá, 13 de diciembre del 2009.