lunes, 18 de enero de 2010

El Año Que Se Nos Viene


Luego de un receso de fin de año y para dar inicio a sus actividades en el 2010, esferapública ha invitado a Catalina Vaughan a ejercer la antiquísima ciencia de la predicción.

A mediados del mes de enero se da a conocer el nombre del artista ganador del Premio Luis Caballero. Aunque para esta ocasión el Premio no tuvo el nivel de las versiones pasadas, nadie se sorprende por el veredicto del jurado (al ganador le salen un par de contradictores que cuestionan el carácter inédito de algunas de sus obras).

Para el mes de febrero se anuncia la visita del curador de la Tate Modern. Los anfitriones de rigor para este tipo de visitas elaboran una lista de seis artistas, lo que genera airadas protestas del Campo del Arte. Para compensar la situación el Ministerio de Relaciones Exteriores organiza una exposición curada por el ex embajador Carlos Medellín con el sugestivo nombre de “Arte Colombiano para el nuevo milenio” a realizarse en la Embajada de Colombia ante la Unión Europea.

En el mes de abril sigue sin concretarse en qué consiste el Salón Nacional a celebrarse en Cartagena a finales de año. Varios curadores de los Salones Regionales intercambian correos privados pero ninguno hace público su malestar ante esta evidente falta de planeación (se filtra que el Comité Curatorial invitará a reconocidos artistas del mainstream internacional para que sus obras dialoguen con las locales)

En el mes de junio empieza a funcionar el Instituto Distrital de las Artes. Su director, Víctor Manuel Rodriguez, concentra todos sus esfuerzos en la elaboración de un diagnóstico para definir si en Bogotá hay un Campo del Arte y, si es el caso, implementar el diseño de unas políticas que fortalezcan la generación y consolidación del Campo del Arte (las protestas del Campo del Arte hacen que el director regrese a la vida académica)

Ante la inminencia de las celebraciones del Bicentenario y las dificultades para encontrar una sede, el Instituto de las Artes abre sus oficinas en la terminal de El Dorado, cuya demolición fue suspendida debido a nuevas inconsistencias jurídicas. Ante las protestas del Campo del Arte por semejante decisión, la Secretaría de Cultura pone a disposición de los artistas, gestores y curadores 2 busetas que realizarán dos viajes diarios entre la Plaza de Bolívar y la sede del Instituto (una célebre institución distrital abre la convocatoria “Busetas de la Independencia” para que los artistas interesados en la cultura urbana desarrollen actividades en dichos vehículos durante el largo trayecto entre la Plaza de Bolivar y El Dorado)

En el mes de septiembre Tania Bruguera viene a Bogotá a presentar un performance invitada por una conocida universidad privada de la ciudad. Antes del performance afirma que todo lo que suceda es “parte de su obra”. Para el Performance invita a tres representantes del conflicto en el Campo del Arte a disertar sobre el “El escándalo como táctica publicitaria”. Mientras ellos cuentan sus historias, dos asistentes de la cubana reparten éxtasis entre los ponentes y los asistentes, lo que neutraliza por completo los antagonismos, enfrentamientos y querellas. Esfera Pública se llena en pocos minutos de llamados que invitan a la reconciliación, el perdón por las ofensas y el fin de los enfrentamientos (en su número de octubre la revista Artforum publica el artículo “The final extasis” con fotografías del performance donde conocidísimos y acérrimos adversarios se abrazan efusivamente)

En el mes de octubre se abren las ferias de arte de Bogotá. Ante la baja afluencia de público los galeristas de ArtBo se dedican al cambalache de obras para sortear las dificultades. La Otra abre sus puertas en la sede de la galería con obras en pequeñísimo formato, lo que reduce radicalmente precios y gastos de funcionamiento. Vende absolutamente todo, paga todas las deudas y remodela sus sede (Estefanía Sokoloff escribe en su artículo “La Otra se ilumina” que nada mejor que el concepto de la “micro-feria” para “incentivar el micro-coleccionismo en un país como el nuestro”)

En el mes de noviembre se abre en Cartagena el Salón Nacional. A pesar de que el Comité Curatorial del Salón logra un montaje donde las obras de los artistas colombianos logran (por fin!) dialogar con la de los invitados internacionales, algunos artistas, curadores y ex curadores protestan airadamente pues las obras de invitados como Damien Hirst (la del tiburón) y Gabriel Orozco (el esqueleto de una ballena) capturan absolutamente la atención del público y los medios de comunicación.

En el mes de diciembre el Ministerio de Cultura, en convenio con la Fuerza Aérea Colombiana, organiza tres viajes en aviones Hércules para visitar el Salón Nacional en la Ciudad Heroica. Los cupos se agotan rápidamente, lo que genera airadas protestas del Campo del Arte. Finalmente, el Ministerio logra concertar dos vuelos más y el Campo del Arte deja de protestar (“Artistas e intelectuales se toman Cartagena” y “Cartagena bohemia” son los titulares las páginas sociales de Semana y El Tiempo).

Catalina Vaughan

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