jueves, 10 de diciembre de 2009

SE INAUGURÓ MEMORIA DECAPITADA.



SE INAUGURÓ MEMORIA DECAPITADA.
INVESTIGACIÓN / PROYECTO / CURADURÍA: LUCRECIA PIEDRAHITA
CLAUSTRO DE SAN AGUSTIN. BOGOTÁ.
2 DE DICIEMBRE A 2 DE MARZO

LUCRECIA PIEDRAHÍTA - MEMORIA DECAPITADA
CLAUSTRO DE SAN AGUSTÍN. BOGOTÁ

Estéticas del desarraigo

Inventando la Matria
Rossana Reguillo[1]

Memoria decapitada, constituye un trabajo invaluable en torno al desplazamiento humano forzado en Colombia, uno de los flagelos más brutales y dolorosos para la sociedad contemporánea. En una poderosa interface entre una analista de la cultura (por calificar de algún modo, el complejo trabajo de Lucrecia Piedrahita) y la mirada de un fotógrafo como Juan Fernando Ospina, Memoria decapatida, nos acerca –sin concesiones- a los desfiladeros del desarraigo y la reinvención de la vida de miles de colombianos que, han debido incorporar el tránsito, el movimiento, el desanclaje como experiencia cotidiana. Nómadas con nombre propio, rostros, cuerpos, humores y sudores que pese a todo, son capaces de travestir su desesperanza en una vida con sentido. Geografías atravesadas por lo precario, lo provisional, lo contingente, que a fuerza de repetirse cotidianamente, trastoca su signo excepcional en rutina y ritual.

LUCRECIA PIEDRAHÍTA - MEMORIA DECAPITADA

Lo sabemos, Colombia es el país del hemisferio occidental con mayor número de desplazados internos; una guerra de más de cuarenta años ha dejado una cicatriz profunda en el tejido social y en el paisaje colombiano. Los datos varían según las fuentes consultadas, la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU (ACNUR), reporta una cifra de 3 millones; pero quizás lo relevante, como lo muestra descarnadamente Memoria decapitada, no es establecer con precisión estadística (aunque ello sea fundamental), el número de mujeres, hombres, niños, ancianos, jóvenes que son lanzados hacia un itinerario incierto, sino justamente, la capacidad para plantear a través de biografías, trayectos, bastidores y escenarios, el modo en que “los desplazados” esa categoría incómoda y amenazante, reorganiza, reinventa, reconstruye a fuerza de fragmentos una trama que Piedrahita llama, con gran sentido “neo grafía” y es justamente esa neo grafía la que habilita otras formas de memoria y otras formas de acceder al drama sin ceder a la tentación de la victimización con que suele encararse el tema cuando se pretende huir de la demonización. Quiero decir, que esta obra logra situarse en un lugar complicado, uno que no traiciona ni elude lo trágico y al mismo tiempo, restituye dignidad y agencia a los desplazados en su devenir sujetos sociales, ciudadanos que reclaman inclusión.

LUCRECIA PIEDRAHÍTA - MEMORIA DECAPITADA
SOBRES NÓMADAS Y TOPOGRAFÍA

LUCRECIA PIEDRAHÍTA - MEMORIA DECAPITADA
SOBRES NÓMADAS, FREDY ALZATE

Extranjeros en su propia patria, arrancados del territorio y expulsados hacia las periferias de Medellín, organizando la precariedad en las laberínticas laderas y despeñaderos de esa ciudad que ha sabido reconstituirse y reinventarse constantemente. En calles y veredas casi imposibles –aunque la frase suene a hueco lugar común-, emerge un lugar imaginado a la manera de Anderson[2], en el contexto, usando las palabras de la autora de “una arquitectura inacabada”. La lectura del impecable e implacable análisis de Piedrahita y la mirada que se detiene en las poderosas imágenes, generan un sinfín de preguntas, en ello consiste el trabajo de un buen analista, abrir el espacio para la interrogación y la duda. En tal sentido, quisiera proponer un concepto de la micro historia acuñado por el historiador mexicano Luis González[3], para aludir a las complicadas operaciones de bautizo y apropiación del territorio. González, utilizó la palabra “matria” en oposición a la noción de patria, para denominar esa pequeña región hecha de historias cotidianas, imágenes, memorias, un espacio de pertenencia y de anclaje, que no pasan por la historia nacional y que al mismo tiempo, la constituyen. En la matria no hay grandes fechas, ni héroes fundacionales, no hay rituales fastuosos, sino pequeñas andanzas cotidianas que trastocan lo desconocido en lo propio, lo ajeno en cercano, historias que aparentemente transcurren ajenas al devenir histórico oficial y oficioso. Las fotografías 40 y 41, que aluden precisamente a la “arquitectura inacabada”, no podrían ser más elocuentes de esto que estoy intentado argumentar: qué es la matria sino ese pedazo de territorio que cobija –a la intemperie-, la risa de las niñas que son veladas por un perro hambriento y perezoso, en un microcosmos que logra trastocar el signo de lo trágico en una explosión de símbolos, marcas, tatuajes en la epidermis de la tierra.

LUCRECIA PIEDRAHÍTA - MEMORIA DECAPITADA
TOPOGRAFÍA ASENTAMIENTO PICACHO

LUCRECIA PIEDRAHÍTA - MEMORIA DECAPITADA
TOPOGRAFÍA ASENTAMIENTO JARDÍN - OASIS

LUCRECIA PIEDRAHÍTA - MEMORIA DECAPITADA
ASENTAMIENTO PICACHO, PREDIOS 2009

LUCRECIA PIEDRAHÍTA - MEMORIA DECAPITADA
ASENTAMIENTO JARDÍN - OASIS, PREDIOS 2009

Ello no significa y en eso quisiera ser enfática, que la autora se permita nunca dejarse seducir por una especie de “estetización romántica” de la pobreza y el dolor; por el contrario, me parece que la excelente factura de esta obra, nos coloca sin concesiones frente a una cruda realidad y, que sin eludir nunca la pregunta política y cultural más densa, la que alude al drama del desplazamiento articulado a la pobreza, al rechazo, a la estigmatización, permite no obstante, como ya dije, restituir dignidad y agencia a los sujetos. Hay en esta obra, un lenguaje múltiple, el dato estadístico con su brutal evidencia, el relato etnográfico, el trazo plástico, la poesía, el análisis cultural y, ese registro visual que permite dar “carne” a esa matria inventada que pese a la ausencia de muros, logra delinear un mínimo de certezas en contextos donde ese es el bien que ha sido expropiado.
Memoria decapatida, da cuenta de una manera creativa, inteligente e informada de una realidad que nos interpela de maneras complejas y dolorosas, cuyo mérito principal no estriba solamente en acercarse con rigor (que no rigidez) y cuidadosa paciencia a una realidad descarnada, sino además, el invitarnos a traspasar esa frontera que levantada por la modernidad, colocó a la estética del lado de la cultura “noble”, especializada, erudita, obturando la posibilidad de entender que ella es una facultad humana cuyo sentido es la de dar razón y emoción a la vida misma. Contra los “usos” de las más clásicas teorías del arte y la filosofía, Lucrecia Piedrahita es capaz de penetrar en un universo que pese a su contingencia y dramaticidad, construye –en la precariedad-, una razón y una emoción que en su búsqueda de mínimas certezas, vuelve comunicable lo incomunicable: la experiencia de lugar.

Guadalajara, Octubre 2009

[1] Profesora-investigadora en el Departamento de Estudios Socioculturales. ITESO

[2] Ver Benedict Anderson: Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. FCE, México, 1993.

[3] Ver Luis González, Pueblo en Vilo. El Colegio de Michoacán, México, 1995.

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