Inventarios de la memoria
La obra de Male Correa
Por: Lucrecia Piedrahita.
*Museóloga / Curadora / Candidata a Magíster en Pensamiento Estético Contemporáneo (México D.F)
Segunda poesía vertical
-1963-
(…)
Cada uno se va como puede,
unos con el pecho entreabierto,
otros con una sola mano,
unos con la cédula de identidad en el bolsillo, otros en el alma,
unos con la luna atornillada en la sangre
y otros sin sangre, ni luna, ni recuerdos.
(…)
Cada uno se va porque se va,
unos con alguien trasnochado entre las cejas,
otros sin haberse cruzado con nadie,
unos por la puerta que da o parece dar sobre el camino,
otros por una puerta dibujada en la pared o tal vez en el aire,
unos sin haber empezado a vivir
y otros sin haber empezado a vivir.
Pero todos se van con los pies atados,
unos por el camino que hicieron,
otros por el que no hicieron
y todos por el que nunca harán.
(…)
Roberto Juarroz
El fuego se consume en el espacio de lo doméstico. Los recuerdos de familia y las historias que tejen las afinidades interiores del alma se circunscriben a la esfera de lo privado, del oikos, de lo reservado. Allí instala la artista Male Corre su mirada y asume la imagen como una decisión pública. La imagen que posee un espesor sensorial, es frontera móvil y un factor determinante de la producción simbólica y de las prácticas artísticas contemporáneas.
En la obra de la artista el espacio es el contenedor de la totalidad de los objetos del afecto y del recuerdo de las comunidades desplazadas por la violencia: nevera, platos, cama, ropa, silla. Esta cultura material, subrayada en un elemento de uso cotidiano como el mantel del comedor, se hace topos – lugar, soporte, arquitectura, paisaje, materia, límite visual y entorno. Los espacios de fondo, los espacio/mantel son el espacio significante.
Este elemento estructural del espacio en la pintura denota la capacidad perceptiva con la que la artista reflexiona por el drama del desplazado. El desplazamiento es una ruptura profunda en las lógicas de la vida. Aprehender su historia es levantar una imagen como disposición al caos, re-elaboración del mundo interior, re-construcción de las ruinas de la morada del hombre; es reflexionar sobre la contemporaneidad como presencia ambigua, efímera y cambiante, en la que la conjugación de tiempo y espacio comunica y define la imagen; imagen dislocada de los individuos desarraigados que en busca de significación reinventan los códigos; es realizar una ardua labor de catarsis que recupere para el desplazado los múltiples sentidos –antropológicos, sociológicos y estéticos– del habitar la tierra después del paraíso y antes de la expulsión.
En 1951 se publicó un breve escrito, Bauen Wohnen Denken, Heidegger distingue, precisamente, entre construir (bauen) y vivir o habitar (wohnen). La idea de habitar relaciona íntimamente los conceptos de lugar y ser. Habitar, según Heidegger, es convertir el espacio físico, racionalmente constituido, en una representación material del “ser en la tierra”. Es decir, dotar de significado las categorías del ser y estar. En la relación significativa que se da entre el ser y el habitar un lugar, un espacio, se desarrolla un sentido de identidad y pertenencia, en el cual la función espacial posee unas características culturales, familiares, económicas, sociales, además de unos valores simbólicos que determinan esa relación. Al hacer cada individuo uso del espacio donde habita, construye una relación comprometida, activa y consciente con éste. El hombre habita y es habitado.
En la definición formal de las pinturas/dibujo de Male Correa se encuentra unas relaciones de continuidad y contigüidad de planos que conforman un paisaje final. Planimetría de las siluetas de las casas intervenidas con dibujo/pintura que señalan el paso del tiempo, las habitaciones desoladas, las ventanas que se insinúan por procesos de veladuras para dejar ver al fondo un paisaje de abundancia: frutas, animales, flores. Estos paisajes son metáforas de la abundancia, signos instalados en la vida social del ciudadano, imágenes que habitan simbólicamente el paisaje que existía antes de la huella de la barbarie.
Estos signos que nos habitan, habitan –simbólicamente- la cultura material de las comunidades desplazadas. Signos que somatizamos, signos que duelen, signos que nos proveen felicidad, signos que nombran, que marcan, signos que llegan antes que la palabra pronunciada cuando el olvido se instala.
En este juego de representación se plantea las relaciones entre la abstracción y la figuración, entre realidad e irrealidad. El espacio doméstico se transforma en helicóptero, los objetos que nos unen emotivamente a la casa rompen el espacio abierto para ser resguardados en otras periferias, otros horizontes, el juguete adquiere dimensiones habitables y es a su vez el regalo que llega. Todos, potentes indicadores de memoria que nos hacen re – cordar, volver a pasar la hebra, el cordel. Recordar viene de cordis(corazón), significa: volver a pasar por el corazón (-los antiguos griegos y romanos no ubicaban la mente en la cabeza, sino dentro del pecho-). Recordar sería volver a pasar por la mente para nunca perder sus nombres, los nombres de tantos ciudadanos sometidos al desplazamiento forzado.
En la muestra – Ayuda Humanitaria- Male Correa denuncia con sensibilidad e inteligencia el drama de quien lo ha perdido todo, del desplazado y sus cuerpos que callan; el suyo no es un silencio que no habla, sino que es un silencio que prohíbe que se hable en su nombre pero a través de las subjetividades precisas que caracterizan la obra de la artista se les restituye la palabra y el lenguaje plástico da cuenta de las estéticas políticas.
“Todos, potentes indicadores de memoria que nos hacen re – cordar, volver a pasar la hebra, el cordel. Recordar viene de cordis (corazón), significa: volver a pasar por el corazón (-los antiguos griegos y romanos no ubicaban la mente en la cabeza, sino dentro del pecho-). Recordar sería volver a pasar por la mente para nunca perder sus nombres, los nombres de tantos ciudadanos sometidos al desplazamiento forzado.” (L.P)
Male Correa es Diseñadora Gráfica de la Universidad Pontifica Bolivariana, con más de 10 años de formación en pintura, dibujo y grabado, con maestros como Luis Fernando Escobar, Federico Londoño, Antonio Martorell, José Antonio Suárez , Ángela María Restrepo y Oscar Jaramillo.
Desde 1998 ha participado en varias exposiciones: 7 individuales realizadas en el país y 24 colectivas en Colombia, Venezuela, Cuba, Estados Unidos, Suiza, Holanda, España, Inglaterra y Francia.
“Ayuda Humanitaria” se llevó a cabo bajo la curaduría de Lucrecia Piedrahíta y está compuesta por 20 obras; 15 pinturas y 5 dibujos en dimensiones desde 55 x 55 cm hasta 1.20 x 1.40 mt. Toda la serie se produce entre el 2009 y 2011.
Horarios de Visita
Lunes a viernes de 8:00 am a 12:00 m y 2:00 a 6:00 pm.
Sábados de 8:00 am a 1:00 pm.
Salón de Los Cipreses, ubicado en la Escuela de Artes del Museo El Castillo.
La exposición estará abierta al público hasta el 30 de abril de 2011.
Mayores Informes: 266 09 00
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