domingo, 3 de enero de 2010

Ese desplazamiento continuo. Unos y Diversos


El periódico el Colombiano del domingo 3 de Enero de 2010, tanto en su cuerpo principal como en su suplemento dominical de temas contemporáneos "Generación", toca el tema del desplazamiento forzado en varias oportunidades, que en el caso colombiano es el tema de la exhibición "Memoria decapitada" de Lucrecia Piedrahíta.

En la crónica "La casa nueva para los Monitos" (pag 9A) dá cuenta del proceso de una familia desplazada para la obtención de una vivienda gracias a la fortuna de haber tenido alguien que hablara por ellos.


El suplemento Generación tiene como tema central "Ese desplazamiento continuo" con la contribución de José Jiménez "Unos y diversos" al proyecto "Memoria decapitada" de Lucrecia Piedrahíta, que se transcribe en seguida

Además hay una interesante crónica por Mario Vargas Llosa en Generación, "La pareja del año", que invita a la reflexión a partir del caso de un ánimal sacado de su hábitat y puesto en todal indefensión por la fuerza de la naturaleza, pero la naturaleza misma se encarga de ofrecerle una solución muy aleccionadora.

A continuación la transcripción del texto "Unos y Diversos" de José Jiménez

Ese desplazamiento Continuo.

Unos y diversos

A propósito de la investigación Memoria decapitada, de Lucrecia Piedrahíta, este texto sobre el desplazamiento

José Jiménez, crítico y curador
beatrizme@elcolombiano.com.co


El profesor José Jiménez es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad Autónoma de Madrid. Es crítico de arte y curador de arte contemporáneo. Preparó este ensayo motivado por la investigación de Lucrecia Piedrahíta sobre el desplazamiento en Colombia.


La historia de nuestra especie, desde su lejano origen en África Oriental, es la historia de un desplazamiento continuo. El homo sapiens forjó su presencia en la tierra sobre su capacidad para ir de un sitio a otro, moverse, desplazarse. Una capacidad que ha convertido a los seres humanos en la especie con mejores resultados de adaptación a los entornos más diversos, a los ecosistemas más extremos. El hermoso libro de Bruce Chatwin Songlines (1987. traducido al español por Eduardo Goligorsky con el título Los Trazos de la canción; Muchnik Editores, Barcelona, 1988) plantea, a partir de una búsqueda de los sentidos de la canción mítica de los aborígenes australianos, el carácter constitutivamente nómada los seres humanos. Somos lo que somos porque, generación tras generación, nos desplazamos.

En "Memoria decapita. Desplazamiento forzado en Colombia", los componentes museográficos dan cuenta del fenómeno del desplazamiento a través de las fotografías, textos, dibujos, cartografías físicas y digitales, soporte audiovisual y de construcción colectiva del "Catálogo de Voces" y el "Sobre Nómada", elementos diseñados para el ejercicio curatorial que permitió la vinculación activa de intelectuales de diversas áreas, artistas, docentes y público abierto.
Foto cortesía de Lucrecia Piedrahíta por Juan Fernando Ospina.

Probablemente esa capacidad -que es a la vez una necesidad- de desplazarse, esté directamente ligada al desarrollo de nuestras potencialidades estéticas. En el libro de Chatwin (pg. 321), podemos leer: "Richard Lee calculó que a un niño bosquimano lo transportarán a lo largo de una distancia de 4.900 millas antes de que empiece a caminar por sus propios medios. Puesto que, durante esta etapa rítmica, nombrará constantemente el contenido de su territorio, será imposible que no se convierta en poeta".

A primera vista puede parecer que la necesidad de desplazarse de los pequeños grupos humanos nómadas de cazadores-recolectores no puede compararse con la de los grupos sedentarios, a partir del desarrollo de la agricultura y la ganadería, y mucho menos con las sociedades complejas y estratificadas, desde las primeras ciudades hasta las megalópolis de nuestros días. Pero sucede justamente lo contrario: los asentamientos humanos provocan, con su fuerza de atracción, una mayor intensidad de desplazamientos, haciendo crecer exponencialmente, en función de su tamaño o escala, los flujos de inmigración hacia su seno.


'Documentar una historia de vida de las comunidades desplazadas en Colombia permite hilar un relato de interpretaciones del trasiego de personas que buscan siempre otras orillas, otros diques por donde moverse' dice Lucrecia Pidrahíta.
Foto cortesía de Lucrecia Piedrahíta por Juan Fernando Ospina.


'Memoria decapitada' es un formato de investigación que da cuenta de los múltiples sentidos de la casa para el desplazado y una restitución de imágnes acumuladas en el horizonte de la memoria.
Foto cortesía de Lucrecia Piedrahíta por Juan Fernando Ospina.

Es verdad, en todo caso, que el desplazamiento no se produce de forma inmotivada: implica siempre una coerción que lo provoca. La más primaria es la búsqueda de alimento, que se prolonga hasta nuestros días en la inmigración originada en motivos económicos. Pueden también intervenir fenómenos naturales: terremotos, inundaciones, erupciones volcánicas, etc. Junto a ellos, el otro tipo de coerción más común en los desplazamientos humanos es el provocado por la violencia y la dominación de unos sobre otros: guerras, sometimiento de poblaciones, políticas de exterminio de grupos étnicos... Desplazarse suele ser una experiencia durísima, que forja el carácter, la fuerza y capacidad de resistencia, de quienes la superan.

Cuando el desplazamiento implica la pérdida de la adscripción a un grupo de origen para integrarse, como minoría o de forma marginal, en otro grupo diferente, el desplazado, el inmigrante, pierde las raíces de su cultura, e incluso en no pocas ocasiones hasta su lengua, su idioma. Sin embargo, el impulso nómada que todos llevamos dentro posibilita, sobre el desplazamiento físico, otro desplazamiento: interior, espiritual, que permite recrear lo que éramos en lo que podríamos llegar a ser, si somos capaces de recorrer el itinerario hacia un nuevo espacio cultural. El desplazado, el inmigrante, experimenta una dura prueba, y vive una profunda disociación interior. Pero si es capaz de superar la prueba, si logra salir adelante, indudablemente habrá alcanzado un gran enriquecimiento antropológico.

Lo más interesante, sin embargo, es que cuando esos individuos consiguen integrarse en un grupo diferente al de su origen aportan toda una serie de valores distintos que a su vez enriquecen a su universo de acogida. De ahí la importancia, tanto por razones éticas como antropológicas en el sentido más profundo, de potenciar la dignidad y la expresión cultural de los individuos y poblaciones desplazados, a través de la educación y la formación cultural. Memoria decapitada, el proyecto de Lucrecia Piedrahita Orrego, es una de las iniciativas más sólidas y coherentes que conozco en esa dirección: el reconocimiento del otro, sin paternalismos, para abrirle las puertas de nuestra casa común, la tierra. En el futuro de los desplazados, en su capacidad para integrar y aportar nuevos valores a los nuestros, está el enriquecimiento de nuestro propio futuro y el de las generaciones que vendrán.

Porque no hay mejor futuro para el planeta que avanzar en el mestizaje. El hombre, como decía Nietzsche, es un ser de diferencias. El viejo sueño cosmopolita, basado en la idea de homogeneidad, debe reformularse en los términos de un avance del reconocimiento de la unidad y la diferencia constitutivas de los seres humanos. Humanos con un origen único, pero siempre diversos. Esa diversidad que propicia y hace más intensa el desplazamiento, y que a la vez hace viable el reconocimiento de uno mismo en el otro.

Un documento que amplía las miradas al desplazado.
Foto cortesía de Lucrecia Piedrahíta por Juan Fernando Ospina.

'...En medio del drama del desplazado siempre habrá un espacio anclado, radicado, es la casa, el espacio de todos los tiempos ...' dice Lucrecia.
Foto cortesía de Lucrecia Piedrahíta por Juan Fernando Ospina.

Sobre Memoria decapitada

* "Memoria decapitada, da cuenta de una manera creativa, inteligente e informada de una realidad que nos interpela de maneras complejas y dolorosas, cuyo mérito principal no estriba solamente en acercarse con rigor (que no rigidez) y cuidadosa paciencia a una realidad descarnada, sino además, el invitarnos a traspasar esa frontera que levantada por la modernidad, colocó a la estética del lado de la cultura "noble", especializada, erudita, obturando la posibilidad de entender que ella es una facultad humana cuyo sentido es la de dar razón y emoción a la vida misma. Contra los "usos" de las más clásicas teorías del arte y la filosofía, Lucrecia Piedrahita es capaz de penetrar en un universo que pese a su contingencia y dramaticidad, construye -en la precariedad-, una razón y una emoción que en su búsqueda de mínimas certezas, vuelve comunicable lo incomunicable: la experiencia de lugar", dice Rossana Renguillo, profesora-investigadora en el Departamento de Estudios Socioculturales, Iteso, de Guadalajara

*... "Lucrecia Piedrahita nos muestra también un ahora de propiedad quimérica. Cada mujer que habita un cambuche, porque son las mujeres las que logran esa magia, hace de ese espacio precario una casa, con su espacio para comer, para rezar, para dormir, para contar, para desear...", dice la profesora Carmen Millán Benavides, del Instituto Pensar, de la Pontificia Universidad Javeriana.

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