martes, 22 de septiembre de 2009

Laboratorio de Pensamiento es un espacio para la escritura del arte, la crítica y el análisis de las prácticas artísticas contemporáneas.

Por: LUCRECIA PIEDRAHÍTA. Museóloga-Curadora

Desde hace dos años avanzo en una investigación sobre Geopolítica de la Imagen en el arte y precisamente revisando las propuestas que están seleccionadas para el 13 Salón Regional de Artistas, Zona Centro Occidente que se inaugura el 7 de octubre en Armenia, les comparto una reflexión que me permite la obra de Libia Posada con sus proyectos: Signos Cardinales [Fotografía / Acción / Documentación] y Materia Gris [Instalación In Situ]


IMÁGENES TRANSITADAS: RELACIONES / METAMORFOSIS /TRANSFORMACIÓN
La idea de representación adquiere validez para definir el nuevo escenario geopolítico que se propone, desde las prácticas artísticas, -asimilándola como el conjunto de ideas y percepciones colectivas de orden político, económico, cultural, religioso u otro, que anima los grupos sociales y que estructura el imaginario colectivo y la visión del mundo de los mismos-. (Joan Costa). Concepto fundamental porque esas percepciones se transforman en intenciones y, luego, en justificaciones de acciones e inspiraciones de posturas geopolíticas.

En los tránsitos de la representación ésta deviene imagen. En términos contundentes Serge Tisseron distingue entre “representaciones” e “imágenes” aduciendo que la representación es “un contenido sin cuerpo”, en cambio la imagen es una relación, es motriz, es socializante. Podría argumentarse que -la representación es planimétrica, la imagen posee un espesor sensorial y un contenido que funciona como cohesionador-.

Si trasladamos estos esquemas a la geopolítica de la imagen en el arte es necesario referenciar los conceptos que sobre la imagen han desarrollado algunos críticos y teóricos que ayudan a conceptuar desde este campo. Serge Daney, crítico de cine distingue entre lo visual, la imagen y las visibilidades. Entiende lo visual como lo óptico, nos conduce en términos de verificación óptica de cualquier procedimiento de poder (técnico, político, publicitario o poder militar).

Para Daney lo visual no tiene contracampo, no admite añadidos. Lo visual que predomina en la televisión, no remite a otro, sólo a si mismo, su esencia es la tautología. La imagen, en cambio, testimonia una alteridad. La imagen tiene lugar siempre en la frontera de dos campos de fuerza. Y las visibilidades no son más que imágenes sin significación.

Por su parte el director de cine francés Jean Luc Godard afirma que lo visible es el lugar donde se asienta la imagen.

Y para Rancière la imagen es siempre una relación, un desvío. Significa y muestra a la vez, es plural… “En la imagen siempre hay una desviación entre lo que muestra y lo que significa (…) una imagen no es un icono que está ahí, un dato visual, una unidad visual. No es un cuadro ni un plano (…) la imagen es una separación entre una función de significación y una función de mostración, pero también una separación entre dos imágenes, entre la mostrada y otras que serían posibles. La imagen siempre es plural. La vida de las imágenes se hace con otras imágenes (…) Una imagen está muerta si está dada y se interrumpe. La imagen es siempre un intervalo o una expansión. Metamorfosis, desestabilización, trasformación.

El poder de las imágenes, radica entre otras cosas, en su versatilidad y su ductibilidad. “Es irrompible porque es capaz de admitir todo cambio posible sin la menor resistencia (Luis Puelles).

Podemos entonces concluir que la imagen es una frontera móvil y mutante y es un factor determinante de la producción simbólica y las prácticas artísticas contemporáneas. Por las imágenes y sus fisuras y escondites son muchos los artistas y colectivos que re-piensan el mundo y proyectan los sentidos del espacio.

Todo esto constituye lenguajes, formas de participación, estrategias de consenso y disenso, espacios de opinión pública que se asientan en la construcción del imaginario y que permiten levantar cartografías para identificar territorios en donde tenga cabida un contramapa de la geopolítica a partir de las micropolíticas al tránsito de la imaginación, entendida esta última, en términos de Hannah Arendt, como la facultad de hacer presente aquello que está ausente.

Tanto Arendt como Kant plantean una interpretación de la imaginación como facultad política, es decir, la imaginación es el puente entre la estética y la ética. (…) la imaginación es la facultad de tener intuiciones sin la presencia del objeto”. Es productiva cuando se trata de la artística. Es “la condición de la memoria”. Por lo tanto referenciarla temporal y espacialmente es otorgarle sus múltiples sentidos y de materializarla como facultad que tiene de dar cuerpo a lo que está ausente, por ello la Geoimaginación es el aporte a este instrumento de análisis para llegar a un mapa interpretativo a través de las obras y proyectos de algunos artistas que miraremos.

Así entonces la imagen en el arte se entiende como una mirada al mundo mismo, como un ensayo visual de las prácticas, acciones, contextos y actos que permite analizar el orden mundial y sus producciones y en este caso, haciendo una apuesta desde el concepto de las micropolíticas a la geoimaginación para ir más allá del significado de reparto espacial del poder mundial y de situaciones de subordinación política, económica y cultural.

Nos dice Eduardo Pavlovsky: “la Micropolítica propone otros territorios sociales, existenciales, abiertos a la comunidad. Es aquello que no pueden capturar los sistemas de representación – que no puede capturar fácilmente el Estado. Tiene que ver con lo resistencial y lo incapturable. Se maneja siempre fuera de los sistemas de representación habituales. Es lo que Deleuze define como acontecimientos o devenir.

Por su parte el antropólogo Arjun Appadurai, abre un campo expandido para la Imaginación y la entiende como un campo de prácticas sociales organizadas, es una forma de trabajo. Para Appadurai el trabajo de la imaginación colectiva es la materia prima sobre la que operan los individuos para proyectar sus vidas y la facultad “a través de la cual emergen nuevos modelos colectivos de disenso, de desafección y cuestionamiento de los patrones impuestos a la vida cotidiana”. La imaginación es una herramienta para enfrentarnos a los cambios económicos, sociales y políticos de la globalización.

Trasladándonos al campo de las prácticas artísticas y culturales a muchos artistas contemporáneos no le interesa el discurso progresista, más bien propone desde nuevas subjetividades y este es precisamente el espacio de las micropolíticas cuyo lema es: lo personal es lo político. Relaciones familiares, identidades locales, conciencia sobre su propia cotidianidad, son características de los artistas que se inscriben en esta esfera. No es denunciante de su entorno político, económico o social, podría decirse que su mundo está circunscrito a la esfera de lo privado, del oikos, de lo reservado. Propone, desde una crítica personal, sin esperar movilizaciones o manifiestos.

Antonio Negri le preguntó a Deleuze sobre el tema de los devenires micropolíticos: ¿qué política puede prolongar en la historia el esplendor del acontecimiento y de la subjetividad? Y Deleuze responde: Lo que más nos falta es creer en el mundo. Perdemos el mundo y nos ha sido tomado. Creer en el mundo es también suscitar acontecimientos, producir nuevos sentidos y subjetividades – aún pequeños-- que escapen el control o hacer nuevos espacios tiempos, aunque sean de superficie y volúmen reducidos. Es a nivel de cada tentativa que son juzgadas la capacidad de resistencia o por el contrario la sumisión a un control. Son necesarios al mismo tiempo creación y pueblo.
Gabriel Orozco representa las estrategias de dislocación y expresa su condición nomádica de manera fina y acertada, Eija-Liisa Ahtila trabaja las iconografías femeninas a través de sus películas que califica de – dramas humanos- , Ilya Kabakov analiza el entorno político y privado para narrar con crítica los desmanes del poder. Por su parte Hanne Darboven traslada el acto monotémático de escribir y repetir para analizae el paso del tiempo como una experiencia subjetiva. Louise Bourgeois porta las experiencias autobiográficas a espacios de impresionante espesor sensorial para el espectador.

Alicia Framis propone espacios para ser habitados y no para ser vistos. Bruce Nauman y sus relaciones entre arte y tecnología para entender el mundo. Ann-Sofie Sidén, Catherine Opie, Martín Parr, Andrea Zitte crea su propia Factoría, sus unidades de vivienda para reflexionar sobre desplazamientos y nomadismo. Tracey Emin, Nan Goldin documenta su entorno emocional, familiar, sexual para dar cuenta de una generación y Chantal Ackerman potencia historias situadas a través del cine expandido. Y Santiago Sierra, el cuerpo trasegado por el dolor colectivo y la esencia marginal.

En nuestro medio Doris Salcedo: cuerpos que callan, María Teresa Hincapié: el cuerpo como redención, Clemencia Echeverri: revisitar lo privado. Libia Posada: cuerpo somático y antropológico, José Alejandro Restrepo: el mundo con otros ojos. Miguel Ángel Rojas: la memoria radicada. Johanna Calle: atender el silencio.

Estos son algunos nombres que se inscriben en una producción desde las micropolíticas. Todos ellos se hace expresa una resistencia a la colonización de la vida cotidiana.

El mapa como idea y representación sirve de contexto para georeferenciar propuestas, obras y proyectos y narrar -la construcción político – visual del presente-, parafraseando a Hardt y Negri, en su ensayo Imperio -la construcción política del presente- .

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